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Nueve veces se ha llevado a la pantalla esta obra de Tolstoi (en 1911, 1914, 1915, 1927, 1937, 1948, 1987, 2006 y 2008). Y la han dirigido, además de ésta de Gustaf Machaty, firmas como Piotr Chardynin, Vladimir Gardin, Herbert Brenon, Veit Harlan, etcétera. En ella, Tolstoi nos habla de la supuesta abstinencia en el matrimonio y de los celos patológicos expresados por el protagonista en primera persona. Dice Tolstoi que Dios no creó el matrimonio, sino que lo hizo la Iglesia. La novela fue censurada por las autoridades rusas cuando se publicó, debido a la crudeza de algunos de sus pasajes y postulados.
La sonata a Kreutzer es una obra de Beethoven para piano y violín. A Machaty le sirve para plantear la película en forma de largo flashback, en el que Pozdnishev cuenta cómo y por qué mata a su esposa en un arrebato de celos (justificados, todo hay que decirlo). El estilo de Machaty es directo y elegante, engrana las secuencias con destreza y toques humorísticos que no pueden pasar desapercibidos ("Dicen que los niños [hijos] son una bendición de Dios", relata Pozdnishev, mientras sus hijos se parten la cara con saña en el parque). La interpretación es ajustada, sobre todo por parte del protagonista y el final es dry sec, como los que a nosotros nos gusta ("Pasé once meses en la cárcel y luego me soltaron; dijeron que estaba loco" y, a renglón seguido, FIN).
Película de prestigio, bien realizada e imprescindible para conocer mejor la filmografía de Machaty que, a continuación, crearía su famoso "Erotikon" y, ya en el sonoro, la "escandalosa" "Éxtasis".
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La novela en que Tolstoi abominó del sexo. Volvería a la carga en El diablo. El mundo, a sus ojos, como una mascarada donde sólo se busca saciar el placer. Valga como anécdota que cuando Tolstoi, ya octogenario, mandó a su mujer al infierno y abandonó su casa para echarse al camino, le dejó la cama matrimonial en herencia y una hiriente misiva: esto es lo único que te importaba.
¿Demencia? ¿Lucidez? Que cada uno saque sus propias conclusiones…