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Doblaje hecho para TVE en 1983. Buenas voces, sin dudarlo, pero ya un tanto modernas para una película de 1932.
Primera adaptación de la novela de de Fannie Hurst que posteriormente volvería a repetir el mismo argumento en Su vida íntima ( Back street, 1941) de Robert Stevenson y La Calle de Atrás de David Miller (1961). De todas ellas esta es sin duda la mejor por su precisión y perfecta dosificación de los elementos folletinescos.
Las películas de Stahl están planificadas de una manera tan modesta y discreta (sobre todo en lo que se refiere a la emoción), que producen la sensación de no ser muy importantes, mientras las estamos viendo.
...¡Pero tienen efectos secundarios! Al cabo de unos minutos de haber terminado de ver "La usurpadora", nos damos cuenta de la maravillosa sutileza con que Stahl ha ido colando las emociones, escena tras escena, y de repente comprendemos la gran obra que acabamos de ver.
Una mujer (en apariencia frívola) conoce y se enamora rendidamente de un hombre, que se casa con otra.
Ella destrozará por completo su vida, y aceptará ser solamente una sombra, que lo acompaña de incógnito a todos los lugares, y aceptará una miserable vivienda, donde sólo vivirá para los escasos momentos en que él va a visitarla.
¿Es esta mujer, que lo deja todo por amor, la usurpadora o la usurpada?
Sólo en la era pre-code podía plantearse el adulterio desde esta perspectiva, y después de 1934, habría que esperar más de 20 años, para volver a encontrar un punto de vista tan audaz en el melodrama, haciendo que la adúltera sea la auténtica mártir y heroína.
Por esta razón, por la interpretación de Irene Dunne, y por la exquisita sutileza con que Stahl sirve la emoción, estamos ante uno de los mayores melodramas de la historia del cine.