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La venenosa


General

Titulo original: La venenosa
Nacionalidad: Francia
Año de producción: 1928
Género: Drama; Fantástico

Otras personas

Director: Roger Lion
Escritor: José María Carretero
Productor/Estudio: Plus-Ultra Films
Compositor:
Fotografia: Willy Faktorovitch; Amédée Morrin

Funcionalidades

Duración: 111
Pistas de idioma: Muda
Idiomas de los subtítulos: No necesita
Modo de color: Blanco y negro
Fuente ripeo: Web
Soporte: x264
Tipo archivo: MKV
Calidad imagen: Buena
Peso: 675 Mb

Reparto

  • Warwick Ward
  • Raquel Meller
  • Sylvio De Pedrelli
  • Georges Colin
  • Claire de Lorez
  • Georges Marck
  • Georges Tourreil
  • Cecyl Tryan
  • Pâquerette
  • Georges Martel
  • Pierre Hot
  • Willy Rozier

Sinopsis

Miss Liana, una bella trapecista, sufre una maldición: sus besos son mortales...

Comentarios

“El filme es un vehículo perfecto para Frau Meller y en el cual la susodicha solamente tiene que ponerse enfrente de la cámara y hacer lo que mejor sabe como actriz, esto es, nada… para compensar sus escasos recursos, Frau Meller luce lujosos modelos de Herr Jean Lanvin, los cuales son muy bien publicitados desde el mismo inicio del filme.
“La Venenosa” y a pesar de Frau Meller, durante su primera parte, es un interesante filme circense afrancesado, en el cual se puede apreciar una peculiar y decadente atmósfera de esas que éste Herr Graf gusta tanto.
Las escenas que transcurren en el trapecio, se puede observar en las mismas un elaborado uso de la cámara, así cómo también hay que resaltar el peculiar ambiente de las escenas que transcurren en los suburbios de la ciudad, secuencias éstas repletas de delincuentes afrancesados, acompañados éstos de afrancesadas fräuleins.
El filme, sin embargo, decrece en interés cuando ese ambiente oscuro circense es reemplazado por un exotismo de “papier-mâché” y lujosos decorados durante la última parte del filme”.

1. París, en 1928, era un hervidero de exiliados italianos y españoles, huidos de las dictaduras de Mussolinni y Primo de Rivera. La colonia española era notable. Allí se encontraba Blasco Ibáñez, que moriría ese mismo año y que se había instalado ya antes de la dictadura en París para gestionar mejor los derechos literarios y cinematográficos de sus novelas. También Miguel de Unamuno: desterrado en 1924 a Fuerteventura, se fugó de la isla y se instaló en la capital francesa. Y aunque ahora residía en Hendaya, para vivir más cerca de su añorado País Vasco, pasaba temporadas en París. A Hendaya le siguió Eduardo Ortega y Gasset, hermano del filósofo y activista republicano, que también alternaba sus días en la capital francesa. Había también una pléyade de políticos y periodistas liberales y republicanos, como Santiago Alba, Alejandro Lerroux, Carlos Esplá, Julián Gorkin o Francisco Madrid. A todos ellos se unió en septiembre de 1927 José Sánchez Guerra, conservador y liberal, antiguo presidente del consejo de ministros, que harto de la dictadura había decidido exiliarse en París para dirigir la oposición y organizar una sublevación cívico-militar que restituyera el Parlamento y las libertades públicas. El lugar habitual de reunión de los conspiradores era el Café de la Rotonde, nido de exiliados, artistas y bohemios en Montaparnasse, que aún hoy se conserva en pie y que,por cierto, sale en A bout de Souffle.

2. Por aquellos días de 1928 también paraba en París José María Carretero, periodista español conocido como por el seudónimo del El Caballero Audaz. El Caballero Audaz era un novelista de éxito, autor prolífico de novelas de costumbres y de enredo, de relatos del género sicalíptico, que así se denominaba a las novelas que contenían pasajes escabrosos. Hoy casi nadie se acuerda de Carretero, pero entonces de cada una de sus novelas se vendían varias ediciones, hasta el punto de que tuvo una fugaz relación con el cine: entre 1922 y 1926 se habían ya hecho tres películas con sus libros, dos de ellas rodadas en Francia, y una –La Malchanceuse- codirigida por Benito Perojo en París. Carretero era un hombre ultraconservador, reaccionario, propagandista de la dictadura de Primo de Rivera. Por su relación con el cine, su condición de novelista menor y su carácter conservador, en cierto modo era la antítesis del republicano Blasco Ibáñez y habían tenido varios rifirrafes por escrito.

3. En 1928 Carretero viajó a París porque Raquel Meller iba a filmar su novela La venenosa. “Yo pagué un millón y medio de francos a Raquel Meller porque hiciera en el cinematógrafo la protagonista de mi novela, La Venenosa, suma en aquellos tiempos exorbitante en Europa, pero sobradamente compensada, porque el nombre de Raquel Meller bastaba para que solicitasen la película todas las empresas cinematográficas del mundo”, confesaría años después Carretero.

4. Cuando Carretero llegó a París, entre la colonia republicana y liberal corrió la voz de que pretendía espiar a los conspiradores contra la dictadura por cuenta del gobierno. Ni corto ni perezoso, la primera vez que coincidió con él en público, Carlos Esplá, periodista republicano y secretario de Blasco Ibáñez, la atizó una sonora bofetada. Discrepan las distintas versiones sobre lo sucedido. Carretero alegó que plantó cara; Esplá que salió corriendo. En adelante, el audaz caballero procuró no cruzarse con la colonia de exiliados.

5. Pero había algo que unía a todos aquellos españoles que estaban de paso más o menos tiempo en París: Raquel Meller. La Meller, que en aquellos momentos deslumbraba a París y por lo tanto al mundo. Era tan famosa como la Duncan, la Baker o Mistinguette. Chaplin la quiso para protagonizar Una mujer de París, pero ella no aceptó y se tuvo que contentar con utilizar La violetera, una de sus canciones más famosas, en la banda sonora de la película. “Yo he visto al público agolpado en la calle formar filas, como al paso de una reina, para contemplar a Raquel”, escribía años después El Caballero Audaz. Cuando entraba en un restaurante, en París, la orquesta interrumpía el número que estuviera tocando para tocar El Relicario o La Violetera. Vivía como una princesa. “Llegó a ganar 10.000 francos por función y tenía un chateau, coches, alhajas fabulosas y criados de uniforme”, proseguía Carretero.

6. Si Carretero estaba deslumbrado por la Meller, el líder de la oposición liberal a la dictadura, José Sánchez Guerra, no lo estaba menos. Había partido de España sin bienes ni fortuna, y compaginaba sus acciones de conspirador con el periodismo para sobrevivir. Sánchez Guerra también estaba cautivado. Como medio París. A ella la dedicó una de sus crónicas desde la ciudad. Actuaba entonces la Meller en el Palace y las representaciones se contaban “por llenos y los llenos por triunfos y por ovaciones clamorosas”. Oyendo a la tonadillera cantar su repertorio, proseguía Sánchez Guerra, advertí “como, aún aquella parte del público cosmopolita que no comprendía las palabras se sentía interesada y conmovida, por el acento, por la expresión y, sobre todo, por los ojos admirables de la que, merced a ellos principalmente, ha llegado a ser una estrella mundial del arte cinematográfico”. Al día siguiente de la actuación, Sánchez Guerra se pasó por el set de rodaje de La Venenosa, y la prensa española reprodujo esta curiosa fotografía de ambos, en la que la vedette, vestida y maquillada para el rodaje de la última escena de la película, le entrega una flor al caballero que no puede evitar sonreír a la cámara con ojos picaruelos…

7. Contaba El Caballero Audaz que el rodaje de la película fue una tortura. Pagada de sí misma, un tanto caprichosa, la Meller trataba de mantener su imagen de diva, algo que no siempre casaba con el papel de trapecista humilde. “Ella fue la culpable de que yo sufriera, durante un tiempo, una dolencia hepática”. Para una escena de saltos en el trapecio, la artista apareció con un maravilloso “traje de lamé, de plata, como de escamas luminosas, bellísimo pero que por la rigidez del tejido era el menos indicado para que una gimnasta ejecutara un ejercicio tan arriesgado”. En otra ocasión llegó a una escena en la que se suponía que acababa de dar un doble salto mortal en el trapecio con un “peinado impecable, a lo Sara Bernhard… El cabello lustroso, como un casco de azabache y, sobre la frente un largo bucle recto, en el que ni un solo pelo perdía la horizontal…Era absurdo”. La culpa del desencuentro, probablemente, no estaba en la Meller si no en el propio Carretero: pagó un dineral por una diva y luego quiso que se comportara como actriz; Raquel Meller, por el contrario, tenía bien claro que su carisma dependía de su imagen…

8. El director, Roger Lion, y el resto del reparto son franceses, pero la producción es española, de Plus Ultra. Algunos de los intertítulos, seguramente fruto de los excesos literarios de Carretero, son francamente divertidos…

9. Respecto a la película… Como en esto del silente, doctores tiene la iglesia, os dejo con un fragmento de la crítica que hizo hace unos meses en su blog Ferdinand von Galitzien

“El filme es un vehículo perfecto para Frau Meller y en el cual la susodicha solamente tiene que ponerse enfrente de la cámara y hacer lo que mejor sabe como actriz, esto es, nada… para compensar sus escasos recursos, Frau Meller luce lujosos modelos de Herr Jean Lanvin, los cuales son muy bien publicitados desde el mismo inicio del filme.

“La Venenosa” y a pesar de Frau Meller, durante su primera parte, es un interesante filme circense afrancesado, en el cual se puede apreciar una peculiar y decadente atmósfera de esas que éste Herr Graf gusta tanto.
Las escenas que transcurren en el trapecio, se puede observar en las mismas un elaborado uso de la cámara, así cómo también hay que resaltar el peculiar ambiente de las escenas que transcurren en los suburbios de la ciudad, secuencias éstas repletas de delincuentes afrancesados, acompañados éstos de afrancesadas fräuleins.
El filme, sin embargo, decrece en interés cuando ese ambiente oscuro circense es reemplazado por un exotismo de “papier-mâché” y lujosos decorados durante la última parte del filme”.