Comentarios
Dicen que cuando Duvivier hizo esta película, ya había perdido la fe. Dos veces el diablo regresa cuando Thérèse tiene sus momentos de duda y miedo y hace esta terrible pregunta: "¿Qué hay después de la muerte?". Respuesta: "¡NADA!". Considerando las películas que Duvivier haría después del silente, este trabajo es bastante extraño. A diferencia de "Thérèse" (1986) de Alain Cavalier, "La vie miraculeuse..." incluye escenas espeluznantes: el Cristo sufriente que muestra el camino a la joven, la sombra de Cristo que lleva su cruz en la pared de la iglesia cuando el padre de la joven sale de la iglesia después de que ella haga sus votos, las apariciones del mal (no más ridículas que, digamos, en las películas de Terence Fisher), los pétalos que caen sobre las velas que la gente enciende para rogar ayuda a la santa (una santa cuya popularidad es enorme; he visto una iglesia dedicada a ella en el este de Europa).
Al igual que Bernadette, Teresa era una chica sencilla aunque su familia era más educada y sus padres querían ser monje y monja, respectivamente, antes de casarse (pero en esos días había que saber latín para serlo). Aparte de las secuencias sobrenaturales, Duvivier retrata a Thérèse con una gran sencillez: esta sencillez es lo que la hace tan entrañable, incluso para los incrédulos. Huelga decir que nunca volvería a haber una mujer tan perfecta en la obra de Julien Duvivier.