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Extraña y podríamos añadir que, a veces, inquietante película, especialmente por la fotografía con trazas expresionistas que baña toda la producción. No hay más que ver esa entrada al Moulin Rouge (no el auténtico), con la cámara situada muy lejana, lo que da la impresión de reflejar un mundo diminuto. El guión nos presenta a un donjuán de media edad, casado y con una hija, cuya infidelidad es bien conocida en cierta franja de la sociedad adinerada. Su esposa, cansada de ser siempre la segunda en "la mesa", le abandona y entonces empiezan a surgir situaciones desconcertantes en la vida del mujeriego.
No vamos a negar que el relato está lleno de puntos absurdos que se pretenden aclarar en la escena final, aunque sin conseguirlo del todo. Pero la atmósfera asfixiante de la cinta y esa serie de personajes singulares que van desfilando ante nosotros la redimen hasta cierto punto de dichos pecados. En otras palabras, es de esas realizaciones que, o bien la aborreces desde el principio, o te atrapa hasta el final sin saber muy bien por qué.
La dirigió Richard Arvay, que apenas cuenta con tres películas en su haber. Y en su reparto figura Carmen Cartellieri, que dos años más tarde aparecería en "Las manos de Orlac", de Wiene. Una estrella centroeuropea que se intentó lanzar como la vamp de dichas lares sin demasiado éxito, por cierto.
Eduard José Gasulla