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Tres pistas de audio, una con la banda sonora de Ben Model y las otras dos con audiocomentarios.
Si tuviésemos que aplicar un adjetivo a este filme utilizaríamos el de "incunable". Éste que os escribe no tenía ninguna esperanza de poder verlo, ya que se daba por completamente desaparecido. Han sido necesarias cinco copias distintas, de colecciones privadas, con la ayuda de la Library of Congress, para restaurar la historia que, sin embargo, no está completa. Por supuesto, la calidad de cada copia es muy variable y en algunos casos bastante precaria, pero con una labor admirable de "recorta y pega", los técnicos han conseguido acercarnos a esta bonita reliquia.
La película está narrada por el mismo Whitcomb Riley, autor del poema, que aparece rodeado de niños, todos escuchándole embelesados. El relato nos habla de Annie, una niña soñadora y con un gran mundo interior, que cuenta relatos de misterio y aventuras a sus amiguitos. El papel le va como anillo al dedo a una deliciosa Colleen Moore con dieciocho años, que sabe crear su personaje con infinidad de matices. Además, para su época el filme resulta muy avanzado técnicamente, ya que presenta dobles exposiciones, disoluciones, animación junto a personajes de carne y hueso y otras novedades.
La historia también tiene un héroe, que salva a Annie de las iras de su malvado tío y del cual se enamora la jovencita. Y a menudo aparecen los Gobble-uns, unos personajillos mezcla de gnomos y pequeños diablos, creados por la imaginación de Annie. El texto está escrito en argot y sus intertítulos, aunque no demasiados, nos han llevado por la calle de la amargura más de una vez. Y si os preguntáis por qué lleva esa "t" añadida al nombre de "orphan-t", según cuenta el autor, se produjo un error de imprenta cuando salió el libro a la venta , pero por entonces los volúmenes ya estaban distribuidos y vendidos con gran éxito de público, así que Whitcomb Riley prefirió dejar la "t" de más como un distintivo de la obra.
Os dejamos con el universo especial de Annie, rescatado como por arte de un milagro.
Eddie Constanti