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Fritz Lang y su esposa Thea von Harbou escribieron una espectacular historia sobre el personaje Sigfrido. Maravillado con las historias que este escucha sobre el castillo y reinado Worms, decide ir en busca de la princesa Krimilda, y desde entonces el personaje empieza a escribir su propia muerte.
Mientras la primera parte de la película es sobre el engaño, la traición y la deshonestidad, la segunda parte (con Krimilda como personaje principal) es únicamente sobre la venganza.
Después de una película impactante, impresionante y con un final tan nefasto como en “La muerte de Sigfrido”, no solo la protagonista, sino que también nosotros mismos los espectadores, quedamos con las ganas de una revancha, de la venganza. Es por eso, que esta segunda parte no queda corta ante la primera, que es buenísima. El espectador gozará, sin duda, cada momento de la segunda, sabiendo que se está vengando "La muerte de Sigfrido".
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Como "Sigfrido", su predecesora, "La venganza de Krimilda nos ofrece una trama que funciona principalmente como un marco para que Fritz Lang desarrolle una de las principales preocupaciones temáticas de su carrera: el poder destructivo de la venganza. La cuestión no es si Krimilda (Margarete Schoen) logrará vengar la muerte de su amado Sigfrido a manos del malévolo Hagen Tronge (Hans Adalbert von Schlettow), sino cuándo. Krimilda, severa, de ojos acerados y aspecto bellamente aterrador, se transforma en la personificación de la venganza, empeñada en aniquilar a cualquiera y cualquier cosa que se interponga en su camino. La acción del filme se desplaza de la opulenta corte de Worms al reino desértico de los hunos, cuyo monarca (Rudolf Klein-Rogge), se casa con Krimilda como parte del plan de ésta. El esquema visual de la película, aunque no menos espectacular que el de "Sigfrido", es mucho menos majestuoso y angular, reflejando la patria desolada de los hunos. Cuando Krimilda logra atraer a Hagen y sus conspiradores (incluidos sus propios hermanos) al castillo de su marido huno, la venganza toma la forma de una batalla final y épica (una de las muchas piezas impresionantes de las películas de Lang) que logra su objetivo mientras arrasa virtualmente todo el reino y todos los que habitan en él. Vistas en conjunto, "Sigfrido" y "La venganza de Krimilda forman un hito de la era silente: aires operísticos de mitos antiguos que explotan todo el arte del cine de Lang.