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El film se concentra, narrativa y espacialmente, dentro de las paredes del Hotel Luxor, un edificio que fue comenzado a construir bajo el nazismo y en cuyos bajos camuflados tiene su guarida el nuevo Mabuse, desde donde controla los movimientos de los residentes. La crispación claustrofóbica lograda por este detalle se complementa con tras características no menos opresivas: ninguno de sus personajes puede acabar nunca lo que se propone hacer (ya sea conversar, espiar a otro, una reunión con el vidente o, incluso suicidarse), ni ninguno puede, tampoco, moverse sin ser vigilado por el circuito televisivo de Mabuse, con lo que Lang (como Hitchcock en La ventana indiscreta) consigue un fabuloso juego de correspondencias éticas y estéticas entre el "voyeurismo" del espectador y el "voyeurismo" de los propios personajes. Falsas paredes, falsos espejos, puertas camufladas, circuitos cerrados de televisión y la imagen de los receptores van creando un clima de soterrada inquietud que, potenciado por el vivaz ritmo del montaje, por magistrales encadenados y por la tensión de los numerosos travellings acercándose y alejándose de los personajes, alcanza momentos antológicos: Peter van Eyck y Dawn Addams conversan en el bar del hotel; la cámara se aleja de ellos en travelling y son reencuadrados, fuera de la ficción, en uno de los televisores de Mabuse; luego, el travelling vuelve a acercarse a ellos, devolviéndoles al encuadre primitivo...
José María Latorre
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Lang cierra su filmografía con una película inquitante, probablemante está lejos de sus mejores obras, se nota que el maestro juega con cartas ya marcadas pero en su vuelta a Alemania retoma un cine ya inventado por él y que luego será mil veces imitado, pero a diferencia de otros productos el cine de Lang busca lo sombrío, el peligro, lo fantasmagórico y la película adquiere una densidad sorprendente.
Nos encontraremos pasadizos, cámaras que vigilan, la tecnología al servicio del crimen, videntes y asesinos que pretende la destrucción de todo. Hay un cierto aire malsano en la sociedad que retrata Lang, un aire que impregna cada fotograma de la película donde un peligro no específico esta presente y acecha a todos los personajes dejando al espectador una sensación de turbación y desamparo.