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Hoy parece increíble que una película con la gran carga social que contiene "Chun Can" pudiera estrenarse en 1933. Se trata del primer filme adaptado de un relato que se llevaba a la pantalla y la naturalidad de los actores, lejos del estilo ampuloso y exagerado de otras producciones, consigue que nos identifiquemos con ellos y con sus problemas. Trata de una familia que basa toda su subsistencia en la cría de gusanos de seda, hasta que éstos se convierten en capullos de seda. Las tribulaciones que pasan para resistir el hambre y las condiciones atmosféricas se enriquecen con subtramas paralelas, como la de esa mujer casada que es condenada al ostracismo por toda la familia por considerar que trae mal agüero; o ese abuelo anclado el pasado que no acepta ninguna innovación que llegue del extranjero. Realismo, precariedad social, dureza, todo cabe en esta película que os sorprenderá por sus vívidas imágenes y tal vez os haga perder ese "miedo" secular que tenemos a las cinematografía nacidas en Oriente.
Eduard José Gasulla