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Se trata de uno de los grandes éxitos de taquilla del cine italiano en la década de 1920, repetido y aumentado en la versión sonora de 1951, dirigida por Raffaello Matarazzo, interpretada por Yvonne Sanson y Amedeo Nazzari. Algunos historiadores dicen que "Los hijos de nadie", la versión silente y luego la versión sonora, fueron el mayor éxito de público del cine italiano de todos los tiempos; probablemente sea así.
En cuanto a la versión silente, el productor Gustavo Lombardo, que también produjo la de 1951, suponemos que hizo una cantidad respetable de dinero con ella, pero, al mismo tiempo debe reconocerse que no le faltó mucho valor, proponiendo ciertos temas como el de la huelga, en un año particularmente agitado por estas manifestaciones, o tal vez lo hizo precisamente por esto, con la vista puesta en la taquilla. Sin embargo, según una de las críticas de la época, la película, en lugar de un drama social, pasó a ser un drama sentimental y apasionado "ultrarromántico y fantástico, lejos de la realidad de la vida". Bueno, uno diría que quien estaba fuera de la realidad de la vida era ese crítico. De hecho, bastaría con echar un vistazo a los periódicos de ese tiempo (y no hablemos del nuestro).
Volviendo al coraje del productor, no temía en vano que podían prohibirle la película. Veamos alguna de las "recomendaciones" de la censura de la época que, como de costumbre, entendía por dónde iban los tiros y afilaba sus tijeras, al mismo tiempo: "Reducir la escena en la que se ve al trabajador que acaba siendo la víctima de la mina". De modo que la escena termina cuando el cadáver, transportado en la caja del custodio, se coloca sobre un colchón en el piso. Más recomendaciones: "Cambiar la escena en que se ve a la comisión de trabajadores dirigida por don Demetrio para hablar con Carani, de forma que todos los trabajadores sean eliminados de la acción, mostrando sólo al sacerdote que va en nombre de todos ellos". "Suprimir completamente la escena que describe el levantamiento de los trabajadores contra don Anselmo", etcétera.
Pero el verdadero arquitecto de esta película, el que se lo propuso al productor, fue el director y guionista Ubaldo Maria Del Colle, uno de los grandes pioneros del cine italiano, intérprete de la mítica "La presa de Roma", de Filoteo Alberini (1905). Y aún cabría hablar de la estupenda Leda Gys en el papel protagonista. Y de la excelente ambientación. Y del acierto en la elección de los personajes-tipo... Demasiadas cosas para este breve comentario. Ah, una recomendación para terminar: colmaos de kleenex a vuestro alcance, porque los vais a necesitar.