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Si os pregunto por Marie Doro y no os "suena" el nombre, no os sintáis culpable: yo tampoco la conocía hasta que rebusqué un poco por su vida. Esta actriz, de grandes y expresivos ojos tuvo una existencia singular. Empezó como bailarina, pero la danza no era lo suyo. Luego se inició en el teatro y se dice que Chaplin se enamoró de ella. Al llegar al cine adquirió cierto renombre, pero en aquellas fechas (mediados de los años diez), la pantalla esta poblada de superdivas y era imposible sobresalir (las Talmadge, Lillian Gish...).
Poco a poco le fue atrayendo más el mundo del misticismo. Estudió religión y empezó a evitar relacionarse con nadie, incluida su familia, hasta el punto que cambiaba tres o cuatro veces de hotel a la semana, para no ser reconocida. Luego se traladó a Italia, intervino en un par de películas de bajo coste y se retiró definitivamente para escribir sus memorias, que nunca concluyó. No se supo nada más de ella hasta su muerte, a los 74 años (1956), cuando legó 90.000 dólares al Fondo de actores. Entonces todo el mundo pareció "acordarse" de ella y le dedicaron una estrella en el Paseo de la Fama. Así se escribe la historia.
La película
Mezcla de "Papá piernas largas" y "Pigmalión", la película estuvo producida por Cecil B. De Mille y dirigida por Frank Reicher, aunque en algunos lugares citan a James Young como realizador. La historia, con un trasfondo conservador, como no podía ser menos estando De Mille de por medio, se deja ver pero tiene fases un tanto confusas. Marie Doro se basta y sobra para dar vida a la protagonista y conseguir que la película no zozobre. Observad la expresividad de sus ojos. Además, como la función apenas llega a la hora de duración, se hace llevadera y es una buena ocasión para conocer a esta estrella hoy más que olvidada.
(Eddie Constanti)