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Esta ola de películas históricas que inunda el cine alemán de 1919 a 1923-24, a las que se designan con el término Kostümfilme, lo que es bastante significativo, tan sólo es la expresión de la necesidad de evasión en la suntuosidad de un pueblo empobrecido y decepcionado, y al que, además, le ha gustado siempre el esplendor de las paradas.
(...) En efecto, es debido a la influencia de Max Reinhardt el que tantos films de guardarropía de esta época transcurran durante el Renacimiento, como La peste en Florencia, uno de los episodios de Las tres luces, Lucrecia Borgia y Monna Vanna. Ocurre que el recuerdo de una puesta en escena de Reinhardt lleva a cineastas de segundo orden a rodar algunos planos asombrosamente encuadrados: en Lucrecia Borgia, por ejemplo, película de Richard Oswald, una fila de soldados que forman una especie de seto frondoso erizado de lanzas, recuerda muy exactamente una escena del Enrique IV de Shakespeare, montada por Reinhardt, en la que unos guerreros colocados a lo largo del escenario nos llegan a dar una impresión idéntica a un ejército compacto. Al igual que en Reinhardt, algunas armaduras labradas o una bandera flotando establecen puntos de referencia. Estas composiciones, a través del arte reinhardtiano, parecen como reflejo de las célebres batallas de Ucello.