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Ésta es una de las pocas --poquísimas, creo que sólo tengo dos más--, oportunidades que tendréis de ver a la Divina Sarah Bernhardt en una película. Aunque aquí, ¡ay!, hacía tiempo que dejó de ser tan "divina", para ser más "humana". Con setenta y tres años y una pierna amputada por problemas que se remontaban a su niñez, la veréis en todas las escenas o bien sentada o apoyada en algún lugar... o en alguien. De cualquier forma, su espíritu audaz queda evidenciado en esa escena donde se permite dar un par de pasos por una trinchera, en plena línea de fuego. Y, por supuesto, su categoría artística se refleja en su actuación, plena de matices y de dramatismo. Donde hubo siempre queda, reza el viejo adagio.
La película gira en torno a un tema bastante común en esa época: la Gran Guerra y sus consecuencias. Un pueblo francés se ve conmocionado por la repentina movilización de los hombres, lo que conduce a las tristes historias personales que dicha situación provoca. Pero así como la serie de películas belgas que tratan del mismo tema --hemos traído alguna en este mismo foro--, hace mucho más hincapié en los horrores de la guerra, son más crudas, aquí el relato queda un tanto suavizado por la presencia de mujeres en la trama general y sus derivaciones. Mujeres que colaboran para salir adelante en la contienda, mujeres que cosechan el trigo, que trabajan como enfermeras, etcétera.
Sarah pasa de ser una dama de la aristocracia a jefa de enfermeras. Los hombres de su familia están el frente y ella se siente impelida a poner
su granito de arena para ayudar. De hecho, todo el entramado gira a su alrededor: la opertura, el núcleo y el desenlace del filme. Un desenlace agridulce, con muchas tristezas pero también con un rayo de esperanza. Nosotros hemos sufrido bastante al ver "Femme francaises" y no por el relato --amargo por sí mismo--, sino por esa gran señora que se debe apoyar en paredes, coches o muebles, para recitar sus textos.
