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Drama "de salón", con las peripecias de la nobleza para recuperar sus prebendas y propiedades tras el vendaval de la Revolución. La mano de Antoine sabe dotar de tintes humorísticos a esos marqueses que, en determinado momento de la trama, son casi más bribones que los propios pícaros, como ese "trepa" llamado Destournelles, procurador y aspirante a consejero real, que cuando la marquesa de Vaubert le da calabazas, como venganza, no duda en ayudar al hijo de Stamply a recuperar el castillo que era de su padre.
Los escenarios, filmados en Château de Rochefort, son excelentes; hay un atrio cubierto de plantas trepadoras, casi celestial, donde el marqués pasa sus horas de lectura. Los actores vuelven a estar espléndidos y encontramos de nuevo la figura de Romuald Jouvé ("El culpable" y "Les travailleurs de la mer"), aquí como antiguo soldado de Napoleón. En la obra original de Jules Sandeau, se describía un final trágico; en esta adaptación, Antoine añadió una conclusión donde vence el amor. Visto el resultado de la película, no nos parece necesario añadir la citada truculencia postrera.
Eddie Constanti