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Aquí tenemos un serial de cinco horas y más de mil cien líneas de subtítulos, algo bastante descomunal para tratarse de un silente. En primer lugar, la idea de un personaje que se enfrente al fisco de su época ya nos gustó inmediatamente. Si, además, esa figura llevó una vida llena de romances y se convirtió en el líder del pueblo llano, rodeado por un pequeño ejército que hubiese muerto por él, la leyenda ya está servida. Su muerte también está llena de misterio. A punto de ser quemado vivo, como condena a sus "fechorías", parece ser que ajusticiaron a otro condenado y él pudo escapar a Suiza.
El relato está lleno de personajes también verídicos, como Luis XV, la Pompadour o Voltaire, que enriquecen la trama y en algunos momentos tienen una importancia vital para el desarrollo de la misma. La nota cómica la traen los padres de la joven enamorada de Mandrin (prima de la Pompadour), siempre corriendo de aquí para allá, encerrados a veces en prisión y en manos del villano de la función.
Los escenarios son correctos (muchas veces exteriores) y los personajes principales cumplen acertadamente, con Romuald Joubé a la cabeza, como Mandrin. Sin embargo, el ritmo del serial decae algunas veces por culpa de la repetición de escenas, sobre todo al final de cada parte y el comienzo de la otra. No es de lo mejor que nos diera Henri Fescourt (aún recordamos su extraordinaria "Los miserables"), pero tiene elementos suficientes para entretener e ilustrarnos sobre una página de la historia francesa que no es demasiado conocida.