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Premios
1979: 2 Nominaciones al Oscar: Actriz secundaria (Mariel Hemingway), guión
1979: Globos de Oro: Nominada Mejor película - Drama
1979: Premios BAFTA: Mejor película y mejor guión. 9 nominaciones
1979: Sindicato de Directores (DGA): Nominada a Mejor director
1979: Sindicato de Guionistas (WGA): Nominada a Mejor guión original comedia
1979: National Board of Review: Mejor película
1979: Premios César: Mejor película extranjera
1979: Círculo de críticos de Nueva York: Mejor director. 3 Nominaciones
Manhattan es una película de Woody Allen, estrenada en 1979, considerada un clásico en la Historia del cine. Filmada en blanco y negro como una declaración de amor a la ciudad de Nueva York.
El origen de la película se remonta a una noche cuando Woody Allen estaba cenando con el director de fotografía Gordon Willis, en medio de la cena comenzaron a hablar sobre hacer una película acerca de la ciudad que tanto amaban y de experimentar sobre el blanco y negro.
De esta película Woody Allen diría:
Siento verdadera pasión y una gran devoción hacia la ciudad de Nueva York y creo que en la película se la ve de la forma más hermosa que se ha visto nunca en el cine. Cuidamos mucho la fotografía y creo que es realmente impresionante.
Rapsodia en blanco y negro
Aunque fue Annie Hall el trabajo oscarizado de Woody Allen, encontramos aquí la cúspide de su recorrido cinematográfico. Simplemente para descubrirse cuando, acompañado de la música de Gershwin y a través de una fotografía que rezuma poesía en imágenes, en unos pocos minutos nos regala una más que eficaz descripción de Nueva York, completando así uno de los mejores arranques de película que uno es capaz de recordar. Porque esta película se guarda en la memoria como el sabor de un vino añejo, el olor de la tierra mojada tras la tormenta o la textura de la piel de un bebé. La ciudad cobra entonces vida y protagonismo, junto al propio Allen y Diane Keaton, para hablarnos de amores y desamores, dudas y desengaños, reflexiones e ironías a las que el mundo de Woody tiene acostumbrados a quienes no saben cansarse de su estilo narrativo y visual. Éste último aquí aprovechado por él, posiblemente como nunca, con el hábil manejo de la profundidad de campo y amplios planos secuencia.
Se puede así disfrutar de un guión redondo con diálogos ocurrentes llenos de referencias intelectuales y también sarcásticas, donde mención especial merece Mariel Hemingway, de cuya dulce interpretación uno termina de enamorarse para, deseando emular otro guión del director, querer que salga de la pantalla y arrullarla entre los brazos desde el patio de butacas. Pues esta obra de Allen es en definitiva eso: algo que se convierte en cotidiano, pero que no aburre; de modo que cuando nos sorprende el final aún en pleno disfrute no queremos sino que un alma caritativa rebobine la cinta y comiencen de nuevo los acordes de “Rapsody in blue” y las imágenes en blanco y negro de los parques, aceras, puentes y rascacielos de Manhattan.