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Filmada, como se indica en la sinopsis, en plena guerra, fue una de las producciones de Perret que se puede considerar como "aportación" a la contienda que disputaban los franceses contra los prusianos. Sin embargo, Perret evita los horrores de la conflagración y busca el camino amable de la comicidad y el romanticismo en este simpático mediometraje.
El tema está bien resuelto y ya en su presentación Perret demuestra su destreza en el montaje al ofrecer imágenes escalonadas de las jovencitas redactando sus cartas y mandándolas al correo al unísono. Luego, con la llegada de Jacques Bertin, la familia de Madeleine urdirá un plan para convertir a la joven en criada y a la criada en abuela, aunque el engaño dure poco, ya que la pareja se enamora, como se suele decir, a primera vista.
El sucesivo matrimonio tendrá que realizarse por poderes, ella en el ayuntamiento de París y él en el frente. Y lo que ocurre luego tendréis que verlo por vosotros mismos. En definitiva, una muestra más de los mil recursos que tenía Perret en cualquier tema y género que se propusiese.
Eddie Constanti