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”…La paz siempre ha propiciado la expresión de puntos de vista muy diversos sobre la guerra. De este modo, dos meses antes de las hostilidades, se estrenó en Bélgica una curiosa película pacifista que predicaba el acercamiento franco-alemán, Maudite soit la guerre de Alfred Machin. La trayectoria de esta cinta sorprendente fue tan breve como su mensaje desgraciadamente desoído… Cuando estalló la guerra, no se toleró ninguna desviación. En toda Europa, las películas rodadas bajo el ojo vigilante de la censura antepusieron un patriotismo intransigente…”
”Después iniciarse como operador para la Pathé en 1905, Alfred Machin aborda el campo de la realización completando una interesante obra que tiene su culminación en espléndido poema campesino La Fille de Delft. Tan sólo unos meses de que se haya desplazado a África para la filmación de varios documentales y películas de caza, y profundamente influido por la tensión político-social que vive el viejo continente, Machin regresa a casa para rodar Maudite soit la guerre, que va a convertirse en el primer film pacifista de la historia del cine.
Mientras la Pathé Belgique se preocupa de proveer a la producción de todo el capital necesario, sin escatimar en gastos, la propia Armada belga colabora proporcionando a la misma un gran número de material bélico en armas, cañones, coches y aviones. Todo ello va a redundar en una gran puesta en escena. Lejos de dejarse desbordar ante esta profusión de medios, Machin sabe aportar a la película expresivos movimientos de cámara, haciendo a los personajes dominadores del espacio fílmico, y dota a la obra de imágenes de una plasticidad depurada, contribuyendo con ello a enriquecer la sintaxis del medio cinematográfico. Las escenas aéreas resultan especialmente espectaculares, anticipando al importante papel que ha de jugar la aviación en la Gran Guerra.
No obstante, todo el derroche visual contenido en la película no supone sino la envoltura sobre la cual Machin dispone su desgarrador grito antibelicista. Un clamor que, en su anhelo de resultar universal, lleva al realizador a ubicar su relato en países imaginarios. Los errores de la guerra, siempre propiciada por la fantasía de dos jefes que lanzan a los pueblos el uno contra el otro, son mostrados en toda su elocuencia. Cadáveres aplastados, uniformes manchados de sangre y barro, cuerpos yacentes que tan sólo horas o días antes eran jóvenes llenos de vida y ánimo, proyectos y recuerdos. Entre tanto horror, la relación entre los jóvenes enamorados, pertenecientes a los dos países en conflicto, es el soporte de un mensaje repleto de fatalidad y desesperanza. La escena del bosque de Soignes, cuando la muchacha cree enloquecer, resulta un buen ejemplo de ello.
Estrenada el 29 de mayo en el Omnia Pathé de París, permanece en cartel hasta el 4 de junio. El asesinato del archiduque Francisco-Fernando en Sarajevo el 28 de junio, desencadenará el inicio de la Gran Guerra, y el film de Machin, con su mensaje pacificador, será prontamente relegado al olvido."