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Premios
2004: 4 Oscars: Mejor película, director, actriz, actor secundario. 7 nominaciones
2004: 2 Globos de Oro: Mejor director y actriz drama (Hilary Swank). 5 nominaciones
2004: Premios David di Donatello: Mejor film extranjero
2005: Premios Cesar: Mejor película extranjera
2004: Premio Especial National Board of Review: Clint Eastwood
2004: Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor director. 2 nominaciones
2004: Asociación de Críticos de Los Angeles: Nominada a Mejor película y actor sec.
2004: American Film Institute (AFI): Top 10 - Mejores películas del año
2004: Critics' Choice Awards: Mejor actriz (Swank). 4 nominaciones
2004: Asociación de Críticos de Chicago: Mejor Director
2004: Asociación de Críticos de Boston: Mejor actriz (Hilary Swank)
2004: Sindicato de Productores (PGA): Nominada a Mejor película
2004: Sindicato de Directores (DGA): Mejor director
2004: Sindicato de Guionistas (WGA): Nominada a Mejor guión adaptado
2004: Sindicato de Actores (SAG): Mejor actriz (Swank) y actor sec. (Freeman)
Si hay un artista en la actualidad que ha sido capaz de abandonar su rol de icono como actor y sustituirlo por una carrera estelar como director, ése es Clint Eastwood. Atrás quedan sus primeros pinitos, los spaghetti-western de Sergio Leone, y atrás, las violentas entregas del personaje que más éxito le reportó, el fascistoide Harry, aquel símbolo machista de la era nixoniana que profería lindezas del tipo… disparar sobre los que hay que disparar está muy bien, si alguien está contra el sistema ése soy yo, pero mientras no se encuentre algo mejor, lo defenderé. Con 74 años de edad, tal vez Clint Eastwood lo haya dicho casi todo como intérprete, pero gracias a Million Dollar Baby, su carrera como director atraviesa por un momento esplendoroso.
Todavía recuperándonos de las convulsas aguas de un río, nos adentramos ahora en las cuerdas de un cuadrilátero que, en vez de captar y atraer nuestras miradas hacia el deporte, lo hacen sobre la vida de dos perdedores en fases terminales diferentes: uno rehecho, Scrap (un nuevo y excelente secundario para Morgan Freeman), y otro, Frankie, en busca de redención. Una familia, pupilo y entrenador, símbolo de la lealtad entre amigos, que ve en Maggie Fitzgerald (Hillary Swank camino de su segundo Oscar) la luz necesaria para rellenar y ampliar el cuadrilátero de sus almas. Lo que empieza siendo una simbiosis entre Karate Kid y Rocky se irá convirtiendo en la obra trascendente que John Huston no pudo (o no supo) alcanzar con Fat City (1982).
Una toalla que no fue lanzada sobre la lona a tiempo, un ojo a la virulé, un sacerdote que arenga a su fiel durante más de dos décadas, un entrenador de boxeo que cultiva su tiempo libre leyendo a Yeats, la magia de una palabra de orígenes irlandeses, el vacío que deja la ruptura con una hija, las ilusiones provocadas por la irrupción de una luchadora, de una nueva candidata a la derrota, de un patito feo. Los detalles son los que hacen grande a un artista, y la última obra maestra de Eastwood (tras Sin Perdón y Los puentes de Madison) los tiene a patadas. Posee la narración omnipresente del cine clásico, ésa que colocaba al espectador en el punto de vista óptimo de cada plano. Con cada película, Eastwood se siente más capacitado, más autor. Su puesta en escena, la composición y el montaje, se combinan plácidamente en un viaje que terminará siendo, inevitablemente comparado, con Mar adentro. A diferencia de Amenábar, Eastwood construye su fábula moral sobre cimientos de elevada solidez, de vasta sinceridad y humanidad que no le impiden hacer gala de un irónico humor, eso sí, elevándose sobre el género y dotando a su estilo de una madura sencillez cercana a los clásicos Walsh y Capra. En este caso, el individualismo heroico se enfrenta a las circunstancias ajenas que lo conciernen, y el resultado no se lo concedo más que a ustedes.