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Melodrama a tres bandas que enfrenta el afán por la riqueza (Godasse) y el sacrificio del arte en aras de un futuro prometedor (Doudou). En el centro de estos dos hombres se encuentra Mimi, que al final tendrá que decantarse por uno u otro. Un planteamiento bien expuesto y una buena escritura cinematográfica llevan la película hasta su conclusión lógica. Henri Andréani condujo el asunto con tacto y buen gusto, sin caer en la ramplonería. Por supuesto, hay momentos que pecan de ingenuidad, como esa carrera por el Grand Prix, cuando el conductor del coche de la escudería de Doudou se lesiona y la victoria parece imposible: el mismo Doudou, con ropa de calle, salta hacia el bólido (nada que ver con los actuales Fórmula Uno) y, sin haber pilotado nunca uno de esos coches, entra en la carrera y consigue llegar primero.
Mención especial para el último intertítulo de la película: "Desde entonces Godasse, buscando en vano el amor, no encuentra más que el placer". Y la imagen nos muestra al tal Godasse, rodeado de tres mujeres, champán en la mesa y bailarines a sus espaldas, en pleno jolgorio. En fin, quien no se conforma con eso es muy libre...
Eddie Constanti