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Los historiadores del arte escénico tienen a Adriá Gual como uno de los grandes dramaturgos de su tiempo, al que únicamente duelen reconvenir su eclecticismo, que le llevó a apuntarse numerosos ismos sin decantarse por una estética unívoca. Suelen valorar, eso sí, su concepción del teatro como un arte total en el que la música o el color importan tanto como el texto y la interpretación. Misteri de dolor, estrenada en 1904 por su compañía, el Teatre Íntim, pasa por ser su mejor obra: un poema dramático de acendrada sobriedad. No es extraño pues que el propio Gual decidiera adaptarla como segunda producción de Barcinógrafo, la empresa cinematográfica cuya dirección artística asume en 1914. La versión cinematográfica respeta el argumento de la obra, pero Gual opta por situar la mayor parte de la acción en exteriores de los Pirineos, integrando la tragedia de la madre y la hija enamoradas del mismo hombre en un paisaje tan idílico como agreste.
Gual realizó la película, con la colaboración de Solá Mestres en la fotografía, en siete días gracias a un meticuloso trabajo previo de adaptación apoyado al parecer en un protostory-board. Desgraciadamente, la copia de la que disponemos carece de todo el tramo final y de los virados originales, que a decir de los reseñistas contemporáneos lograban sumergir al espectador en el clima psicológico de cada escena.
(carnicerito)
