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Ya en el comienzo, Elvey nos informa de que esta película "está producida bajo la sola dirección de Maurice Elvey". Por supuesto, es así, y lo vamos a notar enseguida. Como Juan Palomo, él se lo guisa y él se lo come. Su visión del gran héroe británico es única y personal, y para ello corta por lo sano donde le interesa y tergiversa los hechos a su antojo. Por ejemplo, ni una insinuación acerca de la relación entre Nelson y lady Hamilton; sólo son "amigos". Casi en el final, cuando Nelson escribe su última carta a Emma Hamilton, apenas se esboza un sentimiento más profundo entre ambos ("Querida, amada Emma lady Hamilton..." --tal como suena). ¿Dónde quedan esos tríos que se montaron los dos hombres y la mujer en su casa de Merton? (algo documentado). Además, Elvey parece ser amigo de la desmitificación (nosotros también), pero lleva ese extremo hasta límites irrisorios. El Nelson que nos presenta es un hombrecillo (casi un enano), flacucho, más feo que Picio, con un andar absolutamente patoso y un tupé a lo pájaro loco, que cuando le vacían un ojo en una batalla, él aprovecha para cubrírselo, algo que pondría de moda años más tarde Veronica Lake. Hay más licencias jugosas: en la batalla de Calvi (Italia), los marinos se enfrentan en tierra con la caballería del lugar, ¡hombres de mar fuera de sus barcos, luchando calle por calle! No he dado con información relativa a este hecho, pero me parece de lo más surrealista. Corramos un tupido velo a este respecto, olvidémonos de tanta sinrazón y pasemos a comentar la película en sí. La realización es excelente, aunque algo pobre cuando se describen las batallas (unos gráficos dibujados a mano y unos esbozos de barquitos de cartón disparando cerillas y desde lejos, para que no se vea el trucaje). O en el episodio del Ártico, con un decorado de cartón -piedra. Abunda también la épica patriotera sobre las virtudes de la marina inglesa y las loas a esos esforzados hombres de mar que blablablá. En definitiva, un tebeo ilustrado que incluso nos puede divertir si sólo se considera como tal, bien estructurado, pero que se sitúa muy lejos de la "Trafalgar" de Frank Lloyd, por poner un ejemplo, donde sí existe un amor apasionado entre Nelson y la lady y un respeto hacia la historia en sí misma.
Eduard José Gasulla
