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Un día, un ruso de origen polaco llamado Vladislav Starevich, apasionado de los insectos, allá por el primer decenio del siglo veinte, se sintió atraído por el cine y dejó la entomología a un lado para producir la primera película de animación rusa, es decir, la técnica de fotografiar, fotograma a fotograma, objetos y seres inanimados, ya sea en forma de muñecos o cualquier otro elemento, para dar la sensación de que ésto se mueven. Acababa de nacer una de las leyendas de la cinematografía, tal vez la mayor, junto a Lotte Reiniger, aunque la técnica de ésta sea muy distinta a la de su colega.
Sin duda habréis visto alguno de los cortos de Starevich. Y sin duda, también, penséis que el cine de ese artista no os interesa demasiado. Bien, la película que os traemos tal vez os haga cambiar de opinión. "Nina Star" es una fusión de cuatro cortos y mediometrajes realizados por Starevich desde 1921 hasta 1927.
Además de muñecos, están interpretados por el mismo Starevich y su hija (Nina). O sea que hay una conjunción de personajes animados y de personas de carne y hueso, en una deliciosa armonía que difícilmente os dejará indiferentes. La copia está restaurada, con virados de colores y música añadida, una belleza absoluta. Las historias van desde lo humorístico hasta lo encantador y mágico, y el proceso utilizado por su autor te prende desde el primer instante y al final ya no sabes demasiado bien quién es la marioneta y quién la persona.
Podría añadir decenas de adjetivos a esta maravilla, pero en esta ocasión prefiero que os llevéis la sorpresa vosotros mismos. Sólo os pido que apartéis de vuestra mente la idea de que algo así debe ser "aburrido" por regla de tres. Os propongo un trato: si a los cinco minutos de metraje no estáis enganchados con esa historia del jardinero borrachín y los diablillos llegados del infierno que están dispuestos a desplumar al humano jugando a las cartas, me rindo; pero estoy tan seguro de que seguiréis frente a la pantalla hasta el final, que si no es así dejo de llamarme Eddie y me bautizo como Eudaldo.