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Murnau quiso realizar una adaptación cinematográfica de la novela Drácula, de Bram Stoker, pero su estudio no logró hacerse con los derechos de la historia. De modo que decidió filmar su propia versión de la novela y el resultado es una película que tiene un gran parecido con la historia original de Stoker. El nombre de "Drácula" se cambió por el de "Nosferatu" y también se cambiaron los nombres de los personajes: el Conde Drácula es aquí el Conde Orlok, por ejemplo. Su papel fue interpretado por Max Schreck. Sin embargo, la viuda de Stoker demandó la película por infracción de derechos de autor y ganó el juicio.
El significado original de la palabra nosferatu es difícil de determinar. No hay duda de que alcanzó difusión popular a través de la novela de Bram Stoker; Stoker halló el término en cierta obra del escritor y orador británico del siglo XIX Emily Gerard, quien la introdujo en un capítulo de su obra Supersticiones de Transilvania (1885) y en su crónica de viajes La tierra más allá del bosque (1888) (la “tierra más allá del bosque” es literalmente lo que significa Transilvania en latín). Se alude a ella simplemente como el vocablo rumano para designar al vampiro; Stoker empleó el término como un calco del inglés undead o no-muerto. Esta atribución es patentemente falsa, puesto que la palabra nosferatu carece de significado conocido (aparte del introducido por la novela y las películas) en ninguna fase histórica del rumano.
Una etimología alternativa sugiere que el término proviene originalmente de los nosóforos griegos (*νοσοφορος), es decir, de los agentes transmisores de enfermedades. Esta derivación podría tener sentido cuando se observa que en varias naciones de Europa Central los vampiros eran considerados difusores de epidemias. La película de Murnau incide particularmente en el tema de la enfermedad, y su creatividad como director pudo haber sido influenciada por esta etimología. Otra teoría sugiere que la palabra significa “respiración,” un derivado del spirare latino. Una posibilidad final es que la forma que Gerard ofrece sea un término rumano bien conocido pero mal transcrito, o posiblemente un mala interpretación de los sonidos de la palabra debido a la familiaridad limitada de Gerard con la lengua. Dos candidatas a servir de origen a nosferatu son necurat (“sucio”, asociado generalmente con lo oculto) y nesuferit (“insufrible”). La forma determinada masculina nominativa de un sustantivo rumano en la declinación a la cual ambas palabras pertenecen se corresponde con la terminación ” - UL ", así que habría que hablar con propiedad del necuratul y el nesuferitul (traducibles como “el diablo” y “el insufrible”, respectivamente).
El tribunal ordenó que se destruyeran todas las cintas de Nosferatu, pero un reducido número de copias de la película ya había sido distribuido por todo el mundo y permanecieron escondidas por particulares hasta la muerte de la viuda de Bram Stoker.
Con el paso de los años se hicieron más copias de esas cintas (algunas de muy baja calidad y con cortes importantes). Nosferatu se labró la reputación de ser una de las mejores películas sobre el mito del vampiro y uno de los máximos exponentes del Expresionismo alemán.
Ahora, la obra Nosferatu de Murnau pertenece al dominio público y existe un gran número de copias en vídeo, generalmente de muy baja calidad ya que provienen de copias hechas a partir de otras copias de las primeras cintas distribuidas para la exhibición internacional. Muchas de ellas presentan diferencias notables de metraje, puesto que en cada país se exhibió una versión diferente de la película. Así pues, la copia francesa no es la misma que la alemana, por dar un ejemplo. No obstante, recientemente se han publicado ediciones restauradas de la película en las que se ha recuperado casi todo el metraje completo de la película original.
Homenajes
En 1979, Werner Herzog dirigió un revisión de Nosferatu, Nosferatu, el vampiro de la noche. Filmado con un presupuesto escaso, como era habitual en Alemania durante los años 1970, el Nosferatu de Herzog fue un éxito de crítica y es considerado un sentido homenaje a la película original de Murnau, con Klaus Kinski en el papel principal, acompañado de Isabelle Adjani y Bruno Ganz.
En el año 2000 se rodó La sombra del vampiro, que es una historia ficticia sobre el rodaje de la versión muda de Nosferatu. Protagonizada por John Malkovich y Willem Dafoe, se trata de una historia fantástica de horror en la que un director (Murnau, interpretado por Malkovich) crea una película de vampiros completamente realista gracias a que contrata a un auténtico vampiro (interpretado por Dafoe) para que interprete el papel del vampiro.
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Aquí queda uno de mis filmes favoritos, portador de la más maravillosa atmósfera que jamás se ha encerrado en un rollo de celuloide. Es una película de terror diferente, no asusta tanto por lo que muestra como por lo que sugiere. Una atmósfera que parece trascender al propio sentido de la vista, impregnando la experiencia de su visionado de un profundo olor a Cine. La cámara de F. A. Wagner permanece intencionadamente fija en la mayoría de secuencias, se hace una magistral utilización del claroscuro y el sobreencuadre, el cine se aleja del teatro para acercarse a la pintura, para evocar emociones con la utilización exclusiva de la imagen, unas olas, árboles, el cielo... retratos aparentemente naturalistas, son capaces de generar en el espectador un desasosiego que difícilmente lograrían escenas de terror explícito. Se basa en los románticos alemanes (Friedrich, Carus, Kersting...) para reproducir las fuerzas ocultas de la naturaleza. En su propia copia del guión, Murnau (en negrita, sus anotaciones) nos da una pista:
Escena 53: 6 metros
Despacho de Harding.
Noche. Harding está sentado en su escritorio. Escucha un ruido. Sale corriendo.
Cuadro de ?ung
12 metros
La letra de Murnau no era muy amistosa, esto procede de la transcripción (traducida al inglés) del guión de Nosferatu que aparece en el libro de Eisner. Lo que el encargado de la transcripción interpretó como algún nombre acabado en ung es, de hecho, Kersting, en referencia a su cuadro Der elegante Leser (como apunta Berriatúa en su fantástico libro sobre el director de Bielefeld).
No se valió de la pintura de la época (Nosferatu transcurre en esos tiempos) solo para ambientar el filme (algo habitual en el teatro y el cine), sino que podemos ver cómo reproduce también el encuadre. Esa capital importancia del encuadre para generar la atmósfera que recorre Nosferatu como “una fría ráfaga del día del juicio final” [Béla Balázs], justifica la gran cantidad de planos estáticos que hay en el filme.
A nivel anecdótico y como una muestra más de la afición de Murnau por la pintura, Eisner nos cuenta en su libro (página 118) cómo Murnau eligió a Ruth Landshoff para interpretar a la hermana del armador Harding (la que sería la Lucy del libro, aunque en Nosferatu apenas tiene importancia). La muchacha le llamó la atención en Grunewald, cuando se dirigía a clase. Hermosa y refinada, le recordaba a una pintura de Kaulbach. Murnau tuvo que hablar con su madre para que le permitiera rodar en las vacaciones.
Si alguien la vio hace tiempo o todavía la tiene pendiente, con la presente restauración (Berriatúa a la cabeza) tiene la oportunidad definitiva. Ahora podemos gozar de Nosferatu con la velocidad de reproducción adecuada (ya no más movimientos acelerados donde no corresponde), teñida como debe ser, con la música original de Hans Erdmann en vez de las estridentes bandas sonoras de nuevo cuño y con los intertítulos permaneciendo en pantalla un tiempo más razonable.