Comentarios
Pues creo que ya sería hora de quitar esa coletilla que cuelga sobre Alan Crosland ("simple artesano de la industria del cine que pasó a la historia por ser el 'padre' de 'El cantor de jazz", primera película parcialmente sonora... Al margen de ésta, no hay nada más destacable en su obra"). Pues sí que hay bastantes más cosas que merecen nuestra atención: "Don Juan", "When a man loves" (presentada hace poco), "The beloved rogue", ésta que hoy aparcamos en el foro... No hacía mal cine ese buen señor, desde luego que no.
Me escribió hace unos días el bueno de Graveland y me dijo, aunque no con estas mismas palabras, que estaba chiflado por Dolores Costello y que si tenía algo más de ella. Y yo, como soy muy sensible ante los amores imposibles (véase el mío con la Luisa Brooks), no me pude negar. Así ha sido como podemos ofreceros esta "Old San Francisco".
Estrenada en España como "Orgullo de raza", se nos ofrece como aperitivo un breve flashback en el que vemos la llegada de los españoles a lo que luego sería San Francisco, la toma de posesión de los mismos en nombre de la corona del rey Felipe, la posterior aparición de oro en aquellas tierras y un salto hasta 1906, cuando Frisco ya era la gran metrópoli que conocemos. La casta de los Vázquez sigue viviendo (abuela y nieta) en su viejo rancho y los defensores del modernismo quieren comprar su rancho, cueste lo que cueste (y aquí entran malas artes de todo género). Llega un especulador, a las órdenes de un tiburón urbano y pretende hacerse con el rancho. Pero ese especulador tiene un sobrino que... ¡ya salió el inevitable amor!, se encandila por la nieta Vázquez y...
La película se nota que está filmada en interiores. En todo el entorno del rancho, esto es muy visible. Sin embargo, y ésta una gran virtud atribuible a su director, no se hace claustrofóbica en ningún momento. Gran parte de "culpa" de ello la tiene la indescriptible Dolores Costello: bellísima, con unos ojos que causan dolor, sensual e inocente a la vez, todo un espectáculo. Odiamos a John Barrymore por habérsela llevado al tálamo, no digo más. El fondo de la trama gira en torno a una espada, la de los Vázquez, que se supone capaz de vengar a cualquier miembro de esa saga que haya sido maltratado de cualquier forma. La intriga se sostiene y anima con la aparición de ese hermano mongol del villano (Angelo Rossita, ochenta y siete centímetros de estatura, ¡actor en Hollywood desde 1927 hasta 1987!). Las cuevas, subterráneos y pasadizos secretos ayudan también a crear esa atmósfera encantada.
La trama se desploma cuando... San Francisco se desploma. ¡El famoso terremoto! No podía faltar. Recurso inevitable de numerosas películas centradas en esa ciudad. Y mientras los edificios de cartón-piedra se vienen abajo con más o menos prestancia y el clímax estalla, uno se pregunta por qué demonios no se dio un papel más extenso a la maravillosa Anna May Wong. Nos queda, sin embargo, la sarcástica sonrisa del malo, Warner Oland, siempre con ese aire un tanto despistado (por cierto, el hombre era sueco, por si no lo sabíais).
Echad mano a este joyita, de verdad.
