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Buena adaptación de la obra de Shakespeare, destacable principalmente por las actuaciones de dos de los mejores actores del cine de Weimar, Emil Jannings, como Otelo y Werner Krauss, como Yago (aunque quien esto escribe encontró la impersonación de este último algo "apayasada", siempre flotando entre la maldad y la ridiculez). Por supuesto, el guión se toma mil y una libertades respecto a la obra original, hasta llegar a ese clímax por todos conocido. El director, Dimitri Buchowetzki, logra dotar de un buen ritmo a la producción y la trama nunca se hace excesivamente teatral. Se podría objetar que los intertítulos son algo ingenuos, pero es indudable que se tuvieron que adaptar al habla moderna. Adaptar visualmente una obra de tal fuste era esencial y Buchowetzki lo consigue con creces.
En conjunto la película ha sobrevivido bien al paso de los años. La fotografía es nítida y los escenarios son eficaces. Los que se construyeron en estudio adolecen, sin embargo, de un control de la iluminación algo pobre. Uno de los momentos mejor filmados es cuando los escenarios se oscurecen durante el dramático desenlace. Y cabe repetir que Jannings y Krauss compensan las pocas deficiencias del relato. Con su maquillaje negro, Jannings vuelve a demostrar su versatilidad y ofrece un gran rendimiento. Krauss pretende robarle la actuación y en algunos momentos casi lo consigue, alternando la falsa timidez, ataviado con medias y realizando movimientos ocasionales de baile. Si "se pasa" o no en su esfuerzo, es algo que decidiréis vosotros.
(Eddie Constanti)