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La primera serie de Charlie Chase de una bobina, "Jimmie Jump", casi se puede considerar, vista ahora, como esbozos para sus comedias posteriores más desarrolladas de dos y tres bobinas. Sin embargo, en ellos demostró un dominio de la situación y la forma cómica que podía adaptarse a una película de diez minutos con la misma facilidad que a otra más larga.
Éste es uno de los mejores cortos de Jimmie Jump y es extremadamente divertido. Con unos simples trazos, Chase pone en marcha las extravagantes pero plausibles ruedas: ha dormido hasta el comienzo de su propia boda y llega en pijama, lo que le lleva a una ingeniosa serie de bromas que giran en torno a las reacciones indignadas del público ante su vestimenta indecente (incluida una maravillosa toma en la que se le sigue caminando por la calle y hay un número gradualmente creciente de espectadores sorprendidos) y luego una complicación en la que se ve obligado a ayudar a una mujer desconocida. Aquí, el minuto más o menos del material de montaje desde el principio encaja perfectamente, con Charlie enredado en una confusión de identidad que involucra a un tipo enfurecido que quiere matar, eso piensa él, a Charlie.
Todo es muy, muy divertido y admirable, y conduce a un final sorpresa que deja a los realizadores el gancho para cerrar la historia. Hay suficiente trama para una película de dos horas en este corto de nueve minutos, además de muchos gags geniales que nunca nos parece apresurados o abarrotados. Eso es mu difícil de conseguir.