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Restaurada por la Libray of Congress, con ayuda de un montón de entidades y particulares. Cuenta con virados, aunque la imagen queda demasiado oscura para mi gusto. En este caso, es un mal menor.
"Back Pay" (Pagar las deudas), del año 1922, ya contiene muchas de las virtudes de obras suyas posteriores como "El ángel de la calle" o "El séptimo cielo". Es más, se trata de una película redonda, propia de un realizador que ha llegado a su plenitud. En ella no hay lugar para los apresuramientos. Todo parece suceder en tiempo real, a pesar de que en el curso de la acción transcurren más de seis años. Es decir que si, por ejemplo, una conversación dura diez o quince minutos, Borzage la filma hasta el último parpadeo de los actores.
Los escenarios son un remanso de paz (paisajes nocturnos, apartamentos superlujosos) y los planos están cuidados hasta el más mínimo detalle (véase la mágica escena del segundo reencuentro en el hospital, con esa luz cenital que incide en Jerry y deja en la penumbra a Hester). La misma primera secuencia del filme, con Hester viendo pasar los trenes, ya nos predispone a noventa minutos de cine de muchos quilates.
El guión proviene de un relato corto de Fanny Hurst y en 1930 tuvo un remake interpretado por Corinne Griffith. Aquí la protagonista es Seena Owen, que sabe dar todos los matices de su drama personal con la intensidad que éste requiere. Matt Moore, espléndido, es el fiel enamorado capaz de esperar y sufrir hasta el retorno de su amada. Ambos muy bien secundados por el resto del reparto. Por si no lo habíamos dicho ya, la fotografía es inmejorable (a pesar de la oscuridad ya citada) y el tempo de la historia, sin tacha. Nos conviene emocionarnos con relatos como éste, cuando la realidad que nos rodea proporciona tan pocas alegrías. Un descubrimiento portentoso y una nueva razón para amar el cine.