Comentarios
Más allá de las fantásticas obras del Studio Ghibli (Princesa Mononoke, Chihiro, Mi vecino Totoro, Nausicaa), y de nombres como Hayao Miyazaki o Isao Takahata (La tumba de las luciérnagas), hay otros directores asiáticos de películas de animación que pueden presumir de tener la suficiente maestría como para hacer escuela y ser, en el futuro, recordados como auténticos gurús y magos en su medio. Con sólo cuatro películas y una corta serie anime, Satoshi Kon ha conseguido estar a este nivel. Perfect Blue es su primera obra, un fantástico thriller pensado para ser rodado con actores reales y convertido, por suerte, a animación por este maestro que ha regalado joyas como Millenium Actress, Tokyo Godfathers o Paranoia Agent.
La trama nos narra como Mima, integrante de un grupo de música j-pop, decide abandonar a su equipo para debutar como actriz. Evidentemente se enfrenta a una dura situación: los directores no le ven demasiado potencial y la relegan a papeles secundarios. Incapaz de abandonar esa imagen de jovencita virginal e "idol", Mima acepta rodar la escena de una violación para demostrar sus registros dramáticos. Demostrar, en general, que es más que una cara bonita. A raiz de esto, su público empieza a cuestionarla y la consideran "manchada", y para colmo de males, una página web denominada "La habitación de Mima" empieza a contar intimidades suyas que sólo ella podría saber.
Este es el inicio de una trama que se mueve entre el thriller, el terror psicológico y lo fantástico, alcanzando niveles de surrealismo realmente enormes que intentan criticar, con éxito, la necesidad de crearnos ídolos y mantenerlos como tales. En una historia realmente cojonuda y con un final tan esclarecedor y directo, Perfect Blue se perfila definitivamente, y sin género de dudas, como uno de los iconos del género y como una especie de muestra de cómo podría ser el cine de David Lynch si este fuese japonés e hiciese dibujos. Técnicamente asombrosa y con una BSO cuidadísima, es en definitiva una cinta obligada.