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Esta magnífica película fue el canto de cisne de Bauer. De hecho, a resultas de un accidente durante el rodaje, enfermará y morirá poco después. Incluso si hubiera sobrevivido, uno se pregunta en qué se habría convertido su cine. ¿Se habría amoldado al nuevo estilo soviético o habría emigrado? En cualquier caso, con esta película, muestra la quintaesencia de su arte. Filmada en Moscú y Crimea, esta pequeña joya se centra en Lee (T. Borman), una niña enferma protegida por su madre. La trama de esta película no ha envejecido en absoluto y se podría hacer fácilmente una nueva versión de esta historia. La madre de la niña y su amante no sospechan en absoluto los sentimientos que la impulsan. Descubren, asustados, que Lee está enamorada del amante de su madre. Ella incluso dice que su vida depende de ese amor. La interpretación es absolutamente estremecedora. Si la película no fuese muda, podría pensarse que fue filmada ayer. Evitando totalmente, el melodramatismo, la película se cierra con la revelación del amor de Gzhatskii por Zoya frente a una Lee indefensa. La última escena tiene un fuerte simbolismo: Lee pierde la vista frente a esta revelación que la destruye. Una vez más, solo podemos elogiar la belleza de la iluminación y los exteriores que dan a la película una delicadeza desencantada que se adapta perfectamente a este tema dramático. El futuro director Lev Kuleshov, que fue el escenógrafo de la película, tiene un pequeño papel de amante de Lee. Así encontramos en las películas de Bauer tanto a futuros emigrados como a cineastas del período soviético. Bauer fue un gran innovador de la historia del cine y un gran director.
