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Excelente película que nos llega en una copia restaurada por la Stumfilm danesa y que significa la ocasión de ver una obra inédita del buen realizador A. W. Sandberg.
Sandberg tiene la habilidad de ofrecernos dos películas en una: el prólogo, de 23 minutos, es un primer relato que tiene continuidad veinte años después, un recurso cinematográfico exhaustivamente utilizado en la pantalla. La historia contiene elementos de intriga y romance y no es hasta el final cuando se llega a una respuesta a todas las preguntas planteadas por la trama y donde cada personaje recibe lo que merece.
Pero si en algo destaca "Fra Piazza del Popolo", además de lo comentado, es en el gusto exquisito de los escenarios escogidos por el director, a menudo exteriores y un cuidado extraordinario en los encuadres: profundidad de campo, callejuelas supuestamente romanas, ambientes lujosos de la nobleza y, en especial, esa aterradora inundacion del Tiber sobre Roma que deja casi en nada a la famosa separación de las aguas por Moisés en la demilliana "Los diez mandamientos".
El apartado de la interpretación tampoco tiene fisuras. Olaf Fonss, el arquitecto de "La tumba india", es un valor seguro; y Karina Bell, la bella intérprete de "Klovnen" (también de A. W. Sandberg), es el delicioso contrapunto a las tensiones que ofrece la película. Y no nos olvidemos de la escena final, con un duelo a espadas magníficamente fotografiado, que nos anticipa las posteriores proezas de Errol Flynn.
Estamos ante una pequeña obra de arte, señores míos.
(Eddie Constanti)
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A pesar de su innegable calidad, esta película tuvo una distribución muy pobre en España: en Barcelona se estrenó en 1928 con el título Por ley de amor, ¡en programa doble, como complemento a la producción americana El capitán Salvación (Captain Salvation, 1927)!
Puede que influyera la falta de names en el elenco: la prensa solo podía destacar a Karina Bell, de la que nadie se acuerda hoy pero que entonces tenía cierta popularidad. Otro film de Sandberg estrenado por aquellas fechas, La tragedia del clown (Klovnen, 1926) tuvo más suerte por contar, aparte de la Bell, con Gösta Ekman, famoso por el Fausto de Murnau.