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Impagable la recuperación de esta película por obra y gracia de la Cinémathèque francesa; en primer lugar, porque se encuentra entre lo mejor de la filmografía de su autor, Victorin-Hyppolite Jasset, y también porque aquí podremos comprobar que Feuillade y algunos más bebieron de las aguas de este pionero. En efecto, "Protéa" no sólo es un anticipo de "Judex" y de "Los vampiros" (por su ritmo, sus concomitancias del guión y su planificación), sino que incluso podemos advertir que uno de los disfraces que utiliza su protagonista, Josette Andriot... ¡son las mismas mallas pegadas al cuerpo que vestía Musidora en "Los vampiros"! Echemos, pues, cuentas: "Protéa" es de 1913; "Los vampiros", de 1915. Vosotros mismos.
Suposiciones al margen, es una delicia asistir a este prodigio de acción sincopada que nos depara la película. No hay ni un solo segundo de respiro. La pareja de espías se disfraza hasta la saciedad, salta por ventanas, derriba el suelo de una casa tumbando su soporte principal, se mofa y burla de la policía enemiga, utiliza coches, bicicletas y caballos para huir, doma a leones... ¿qué más se les puede pedir? Por supuesto, la trama parte de una incongruencia casi cómica: ¿para qué quieren el documento de un tratado, si aunque lo roben (y lo roban), los países vecinos pueden firmar otro al día siguiente? Pero no importa, muchas de las películas de esa época se cimentaban en supuestos ridículos. Y la platea se los tragaba. Y nosotros, ahora, hacemos lo mismo.
Duele, por otro lado, comprobar que, a pesar de haber recurrido a tres copias distintas, no se ha podido reconstruir la película en su totalidad. Hay unos textos explicativos hacia la mitad de la trama, que no hacen más que ponernos los dientes largos: la pareja de espías, detenidos y atados a una cama, se las arreglan para que el suelo se mueva hacia el piso inferior... y la cama se reconvierta en un guardarropa con el que podrán disfrazarse por enésima vez y huir. ¿Os lo imagináis?