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Qué fue de Baby Jane?


Personal

Valoración personal: 9 stars

General

Titulo original: What Ever Happened to Baby Jane?
Nacionalidad: Estados Unidos
Año de producción: 1962
Género: Suspense

Otras personas

Director: Robert Aldrich
Escritor: Henry Farrell; Lukas Heller
Productor/Estudio: Warner Bros. Pictures
Compositor: Frank De Vol
Fotografia: Ernest Haller

Funcionalidades

Duración: 133
Pistas de idioma: Castellano; Inglés
Idiomas de los subtítulos: Castellano
Modo de color: Blanco y negro
Fuente ripeo: BD
Soporte: x264
Tipo archivo: MKV
Calidad imagen: Excelente
Peso: 7,2 Gb

Reparto

  • Bette Davis
  • Joan Crawford
  • Victor Buono
  • Wesley Addy
  • Julie Allred
  • Anne Barton
  • Marjorie Bennett
  • Bert Freed
  • Anna Lee
  • Maidie Norman
  • Dave Willock
  • William Aldrich
  • Ernest Anderson
  • Russ Conway
  • Maxine Cooper

Sinopsis

Baby Jane es una niña guapa pero caprichosa que triunfa en el mundo de la canción infantil, hasta el punto de que llegan a fabricarse muñecas con su imagen. Su hermana Blanche, siempre a su sombra, es una muchacha buena y tímida que no goza de las simpatías de su padre. Pasado un tiempo las cosas cambian: la retraída Blanche (Joan Crawford) termina convirtiéndose en una gran estrella del cine, mientras que a la antigua niña prodigio Jane (Bette Davis), despreciada por productores y directores por su falta de talento, no le queda otra que sobrevivir gracias a su hermana. Una noche, un intento de atropello que deja a Blanche en una silla de ruedas y al cuidado de Jane (quien no siente más que odio por su hermana), las recluye para siempre en su sombría mansión...

Comentarios

Encode propio a partir del fullbluray , con respecto al vídeo imagen más oscura y más nítida, el audio extraído del blue al igual que los subtitulos, exceptuando los forzados que he creado para las escenas necesarias.

Premios
1962: Oscar: Mejor vestuario B&N. 5 nominaciones
1962: Globos de Oro: Nom. Mejor actriz- Drama (Davis) y actor sec. (Buono)
1962: Sindicato de Directores (DGA): Nominada a Mejor director
1963: Premios BAFTA: 2 nominaciones a Mejor actriz extranjera (Davis y Crawford)
1963: Festival de Cannes: Nominada a la Palma de Oro (mejor película)

Un duelo interpretativo difícil de olvidar. Dos grandes damas del cine cara a cara. Una disección magistral de la locura como instrumento de evasión mental. Un melodrama brutal y siniestro. El horror hecho celuloide. Un film con personajes decadentes y patéticos. Una bofetada al Hollywood más lujoso. Tanta desolación, cinismo y mala leche sólo podían ser debidos a la mano de un maestro como Robert Aldrich; un cineasta con una cinematografía espléndida al que se tendría que reivindicar más a menudo. Con ¿Qué fue de Baby Jane? nos brindó su particular Crepúsculo de los Dioses.

Bette Davis y Joan Crawford en un enfrentamiento sensacional y aterrador. Dos bestias cinematográficas de alto voltaje al servicio de una de las visiones más cáusticas del mundo de Hollywood. La añoranza de un pasado de esplendor, el odio, los celos, la humillación y la rabia se agitan en la coctelera del realizador para construir un bebedizo ponzoñoso; un cocktail venenoso que desembocará en tragedia (de connotaciones casi griegas) para las dos hermanas a las que dan vida ese par de actrices insuperables.

La Davis es Baby Jane Hudson, una anciana trastocada y cargada de resentimientos; en su infancia fue una popular niña prodigio que recorrió todos los escenarios teatrales de Los Angeles con un espectáculo musical excesivamente cursilón. La Crawford es Blanche Hudson, una mujer inválida y amargada que, postrada en cama día y noche, vive de los favores de una hermana iracunda que la desprecia por haberle robado su estrellato ya que, con la llegada del cine, se convirtió en una de las actrices más cotizadas del momento, eclipsando en todos los aspectos a la pequeña y repipi Baby Jane. Según cuentan las malas lenguas, Baby Jane, en el momento más álgido de la carrera cinematográfica de Blanche y harta de sus continuos pavoneos celebrando el prometedor futuro que le esperaba en la pantalla grande, atropelló a su propia hermana rompiéndole la columna vertebral.

El escenario principal en el que transcurre la mayor parte del film es la vieja mansión que la familia Hudson poseía en una barriada de Los Angeles. Sus padres ya han muerto. La casa es oscura y tétrica; tan deteriorada como la propia Baby Jane, la cual vive de los recuerdos de su niñez, en compañía casi perenne de una de las viejas muñecas que se fabricaron a su imagen y semejanza. Aldrich retrata con una sordidez espeluznante todos los rincones del domicilio en el que conviven las dos hermanas. Blanche, la inválida, a duras penas sale de su habitación en la silla de ruedas. Las largas escalinatas para acceder a la planta baja, para ella, toman la forma de las rejas de una celda. No puede escapar de una hermana a la que pretende encerrar en el manicomio y Baby Jane, a sabiendas de sus sombrías intenciones, iniciará una guerra sin cuartel en la que se mezclarán la tirria y la exasperación.

El Gran Guiñol está servido. Robert Aldrich lo maneja con una minuciosidad propia de un relojero. No son necesarios los efectos especiales ni los sustos inesperados para mantener al espectador en vilo. La angustia forma parte de la normalidad cotidiana en el hogar de las hermanitas. Una se pasa el día cantando y bailando vestida de niña pequeña; la otra sufriendo en silencio entre cuatro paredes, encerrada a cal y canto. El horror y el suspense están a punto de aunarse en perfecta comunión.

El rostro pintarrajeado de Bette Davis, las ojeras mortuorias en el de Joan Crawford; la inquietante muñeca de Baby Jane; una melodía infantil convertida en escalofriante y terrorífico tema musical; ratas en el sótano; un canario en bandeja de plata; un martillo como arma homicida y un pianista obeso coladito por las caducas carnes de una niña que se negó a crecer: elementos, todos ellos, que conforman uno de los crescendos más desalmados jamás vistos en el cine de los años 60 (junto con Psicosis de Hitchcock). Un crescendo que se inicia justo cuando la impedida Blanche logra superar la barrera física que la aleja del único teléfono en el que puede solicitar ayuda. Las sombras, como elemento aterrador, cobran un protagonismo muy especial para, en su spring final, dar un giro en su composición visual al huir de la penumbra constante del film y terminar su drama, al amanecer, en una soleada playa plagada de bañistas.

Trivial

El papel de Jane, le fue propuesto en principio a Joan Crawford, que lo rechazó alegando que no quería salir hecha una payasa. Bette Davis se lo restregó cuando la Crawford se quejaba de que era demasiado realista cuando le atizaba en el rodaje de ciertas escenas.

La actriz que hace de la hija de la vecina de las dos hermanas, Bárbara Merrill, era hija de Bette Davis en la vida real.

Las escenas en que Bette Davis cose a patadas y a golpes a una Joan Crawford parapléjica, la Davis se pasó tanto que tuvieron que ponerle varios puntos de sutura en la frente a Joan Crawford.

Cuando Bette Davis tiene que arrastrar por la casa a Joan Crawford como si de un fardo se tratara, ésta tuvo la ocurrencia de llenarse los bolsillos de trozos de plomo, sin que lo supiera el equipo de rodaje, con la intención de que Bette Davis se lesionara la espalda.

Durante el rodaje, Bette Davis se rodeaba de cajas y cajas de Coca Cola y las bebía con fruición delante de la Crawford. El motivo: el marido de ésta era un alto accionista de Pepsi Cola.

Bette Davis dijo de Joan Crawford: “Ha dormido con todo el personal de MGM, excepto con la perra Lassie”.

Más, sugiriendo una íntima invitación de la Crawford: “No la mearía encima ni aunque estuviera envuelta en llamas”.

Las escenas de las películas que son protagonizadas por Jane son de Ex-Lady y Parachute Jumper, películas que Bette Davis protagonizó en 1933. Las escenas en las que salía Blanche pertenecen a la película de Sadie McKee de 1934.

Bette Davis se negaba a quitarse el maquillaje después de cada día de rodaje, con la intención de acumularlo para que su personaje se viera más ajado y tétrico a medida que iba perdiendo la razón.

Cuando Joan Crawford murió y le pidieron a Bette Davis que dijera algo sobre ella: “Nunca se deben decir cosas malas de las personas fallecidas, y Joan Crawford ya está muerta: ¡¡qué bien!!”.