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Quatre-vingt-treize


General

Titulo original: Quatre-vingt-treize
Nacionalidad: Francia
Año de producción: 1921
Género: Drama

Otras personas

Director: Albert Capellani; André Antoine; Léonard Antoine
Escritor: Albert Capellani; Victor Hugo
Productor/Estudio: Société Cinématographique des Auteurs et Gens de Lettres
Compositor:
Fotografia: Georges Specht

Funcionalidades

Duración: 165
Pistas de idioma: Muda
Idiomas de los subtítulos: Castellano
Modo de color: Blanco y negro
Fuente ripeo: DVD
Soporte: DivX
Tipo archivo: AVI
Calidad imagen: Regular
Peso: 1,4 Gb

Reparto

  • Henry Krauss
  • Charlotte Barbier-Krauss
  • Paul Capellani
  • Max Charlier
  • Georges Dorival
  • Philippe Garnier
  • Maurice Schutz

Sinopsis

Año II de la República. En Bretagne, Gauvain, sobrino del marqués de Lantenac, conoce a Cimourdain, un cura que ha asumido los principios revolucionarios, que consigue que el joven noble abrace dichos principios y se aliste en el ejército republicano. El conflicto familiar, reflejo del terrible drama social -real- que conmovió a Francia, está servido, pues, además, el tío es nombrado jefe de los Chouans, movimiento contrarrevolucionario que, tomando como sostén el apoyo de la monarquía inglesa, pretende derrocar, mediante una guerra civil, al gobierno de la república. Claro que, Robespierre, Marat y Danton no están por la labor...

Comentarios

Consejo: desentrelazar

Otoño de 1914. Más de cien extras acompañan a los protagonistas de Noventa y tres en una cantera de Maisons-Alfort, en el departamento de Valle del Marne. Descansan tras haber rodado las escenas del asalto al castillo de la Tourgue. Tenían previsto continuar con las tomas del incendio. En ese momento, llega un taxi, del cual desciende Albert Capellani. Dirigiéndose a los presentes, les comunica que, muy a su pesar, queda interrumpido el rodaje sine die. La conmoción fue generalizada, y como respuesta, en un acto de patriotismo, la concurrencia entona La Marsellaise.

No solamente quedó interrumpido el rodaje, sino también la carrera cinematográfica de Albert Capellani, que emigró a Estados Unidos. ¿Qué ocurrió? Pues simple y llanamente que esta película fue víctima de la censura a punto de ser acabada. Concebida como una superproducción de más de 3.000 metros por la Société Cinématographique des Auteurs et Gens de Lettres (SCAGL), unidad de producción de la Pathé dedicada a adaptar al cine las grandes obras de la literatura francesa, las autoridades políticas de la República consideraron necesario intervenir con el hacha, ya que la evocación de la guerra civil de la Vedée en plena Gran Guerra fue considerada perniciosa para el público.

Una vez terminado el conflicto, la SCAGL pidió a André Antoine que terminara la película, en 1919. No está demasiado clara cuál fue la aportación de este en la realización de la superproducción, pero, teniendo en cuenta las palabras de su hijo, André-Paul Antoine, habría consistido en la dirección de las últimas escenas -el episodio final del asalto a la torre de la Tourgue- y, eso sí, el montaje íntegro de la película.

La distribución de la cinta en las salas se produjo en el verano de 1921. Claro que, como ya sabemos, durante esos siete años que pasaron, el cine evolucionó a pasos de gigante, en lo que al lenguaje cinematográfico y al montaje se refiere. No obstante, Antoine intentó obviar esta circustancia y, siempre según su hijo, prefirió permanecer fiel a la concepción de Capellani para esta película, obviamente, de forma más arcaica. Es por ello que me ha parecido pertinente incluir el año 1914 en la fecha de producción.

Hoy día puede parecer patética la comparación entre la complejidad dramática de la novela de Víctor Hugo y la rudimentaria adaptación cinematográfica que se llevó a cabo; no lo niego, al tiempo que lo justifico en base al contexto histórico en el que se produjo. Sin embargo, fueron cineastas como Griffith, o Capellani con obras de esta envergadura los que realmente forzaron al lenguaje cinematográfico a buscar su propio camino. No te pierdas esta inmensa muestra de film d’art, en el que una manera ingenua de hacer cine empieza a preguntarse a sí misma si no hará falta algo más que tratar los más grandes elementos culturales para convencer al público burgués para que siga acudiendo a las salas, poco tiempo después de abandonar las ferias de los pueblos.