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Hay muchas cosas interesantes en "Muurmanin pakolaiset". La característica más entrañable es el sentimiento por la naturaleza que muestran el director y su director de fotografía, Frans Ekebom. Se sienten como en casa en el bosque, en los ríos salvajes y en los peligrosos pantanos. El motivo del huuhkaja (búho real) es majestuoso e impresionante. La imagen de las grullas voladoras, el kurkiaura (la bandada de grullas volando en formación de arado) presenta un paralelismo conmovedor con el viaje desesperado de los refugiados. Se podría haber hecho una buena película de aventuras con este material sin más, pero el resultado no es nada desdeñable.
El desierto es calamitoso para el extraño. Los refugiados se encuentran con el esqueleto de un precursor desafortunado. El hambre se vuelve desesperada y aunque dicen que "un cisne salvaje es santo", Hahn y Braun disparan a uno. Pero cuando se disponen a alcanzarlo por el tronco de un árbol, Hahn se ahoga y Braun pierde el conocimiento, para ser rescatado en el último momento por sus compañeros.
Entre los refugiados hay un artista que descubre en el desierto valores imperecederos. El cura de campo también encuentra allí a su congregación. "La gente del Sur no es más feliz que nosotros, es más bien todo lo contrario." Éstas son declaraciones impresionantes, pero la película sólo las hace justicia parcialmente. Erkki Karu sabe cómo crear una corriente de conciencia. Los montajes de asociaciones mentales y flashbacks son fluidos. El flashback más impresionante se filmó en el campo de trabajos forzados del ferrocarril de Murmansk, rodeado de alambre de púas.
