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…Mientras tanto, encontramos el tema de la doble identidad en Robin Hood [1922]. Antes de recorrer el bosque de Sherwood, el querido bandolero es el vasallo del rey Ricardo, estando obligado a realizar todos los rituales del feudalismo. El hecho de estar al margen de la ley parece gustarle: se siente mucho más cómodo en la piel de un desterrado. Frente al aire afectado de la corte, frente a sus intrigas fratricidas y sus amores corteses, prefiere infinitamente más la vida salvaje con los «Merry Men». ¡Está dispensado de llevar casco, tan incómodo cuando se lleva el bigote deshilachado! Y ya no se arriesga a ser perseguido por un enjambre de damiselas enamoradas, esas cheerleaders de los torneos medievales. A medio camino, Fairbanks no teme cambiar a la vez de apariencia y de personalidad: el caballero con el corazón en un puño se transforma en un Peter Pan malicioso, un Ariel huidizo cuyas graciosas aventuras inspiran a Dwan mucho más que los avatares de las cruzadas o la villanía de los villanos. (Estos siempre se equivocan al tomarse en serio]. Más vale reír que llorar: es una regla de oro para nuestro narrador, contentísimo de embotar el florete del melodrama y orgulloso de hacer comedia […]
…Por otra parte, Dwan rivaliza con el Griffith de Intolerance (1916], cuando no con el Walsh de The Thief of Bagdad (1924]. En Robin Hood y en The Iron Mask, por ejemplo, los frágiles humanos se mueven a pie o en el seno de los castillos colosales que les reducen a veces a la escala de las hormigas. Príncipes y patanes, nobles y plebeyos están, de manera fuertemente democrática, están en el mismo caso. Se puede, sin embargo, gracias a la profundidad de campo seguir los gestos de los actores y de los figurantes desplazándose por varios niveles (murallas, almenas, rondas] en el interior del plano. Este espacio espera a ser invadido y conquistado. Por muy masiva que sea, no hay ningún decorado que el héroe no pueda escalar, ningún obstáculo natural que no pueda superar. Es lo que Robin demuestra con maestría cuando sube para asaltar la fortaleza él solo, de una planta a otra, desde el puente levadizo hasta el balcón de la torre donde Marian debe ser socorrida…