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Es una situación extremadamente complicada para este conde hacer una crítica positiva de esta película bolchevique, sobre todo porque es muy buena. Como comprenderán, no se puede hablar bien de aquellos que hace tiempo trataron tan mal a la aristocracia… Sin embargo, como saben, la aristocracia de vez en cuando hace a un lado ciertos prejuicios y este conde teutónico tiene que admitir públicamente su fascinación por el trabajo de herr Kozintsev y herr Trauberg en "S. V. D. Soyuz Velikogo Dela" (hubo una colaboración entre ambos que duró más de veinte años).
Es una película excepcional, una joya soviética que merece ser redescubierta por los amantes del silente, filmada para conmemorar el levantamiento de los "decembristas" (grupo de oficiales del ejército de familias aristocráticas contra el régimen zarista. Las palabras alemanas le fallan a este conde teutónico en una tontería tan revolucionaria.) "S. V. D. " se funda en una lección de dominio cinematográfico. Hay un perfecto planteamiento de la técnica cinematográfica con numerosos y deslumbrantes planos que enfatizan a la perfección la historia. Hay una fotografía excepcional, con evidente influencia del expresionismo germánico. Finalmente, hay un diseño de producción abrumador con diversos escenarios (pista de hielo, pubs, circo, iglesias, etcétera) que apoyan soberbiamente la trama que se narra de manera "simultánea" pero interrelacionada. Así se obtiene una complicada relación entre los personajes y el país del levantamiento decembrista que puede tomarse como una posible catarsis colectiva para ambos. La forma en que se aborda la historia en "S. V. D." es magnífica. La narración alcanza un "crescendo" cuando el levantamiento es aplastado y el general Wischnewki es gloriosamente derrotado. Es un cine épico sin concesiones. En conclusión, "S. V. D." es un ejemplo perfecto de la grandeza del silente soviético.
