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Versión restaurada de una película de Cecil B. De Mille. Nos llega con virados en color y una resolución HD magnífica. La trama se centra en el encuentro entre una joven de familia más que modesta y un ricachón aburrido de la vida. Y, paralelamente, entre una joven rica pero ansiosa de fuertes emociones y un pobre chófer. Para exponer en cuatro líneas nuestro análisis de "Sábado noche", dividiremos el comentario en dos partes.
Parte uno (la positiva). Una realización brillante, como casi todas las de De Mille y una interpretación más que correcta, encabezada por Leatrice Joy y Conrad Nagel. El guión es sólido, los escenarios perfectos y el interés no decae ni un instante.
Parte dos (la negativa). Todo cuando hemos dicho en la parte uno, casi queda hecho trizas por la historia que se nos relata. Desde el primer momento sabemos que esa unión entre chica pobre-chico rico y, viceversa, entre chica pobre-chico rico y, viceversa, entre chica rica-chico pobre, no funcionará. Se ve a la legua. Pero a don Cecilio le gustaba restregarnos por las narices que las clases sociales no se pueden mezclar, como el agua y el aceite, y que la gente del proletariado debe aprender a conformarse con la miseria que reina a su alrededor y la gente rica ha nacido para unir su sangre azul y procrear niños ricos que sigan explotando a la plebe, como mandan los cánones. Más claro, agua.
El maniqueísmo del director nos quiere hacer entender que una chica que masca chicle nunca podrá emparentarse con un noble que alza el dedo meñique al levantar una taza de té; y que un chófer con las manos grasientas jamás podrá acariciar la piel de terciopelo de una joven de alta alcurnia. Lo vemos todos, lo entendemos a partir del cuarto de hora inicial... y sin embargo seguimos atentos a la pantalla. ¿Por qué? Porque De Mille era un genio en esto de engatusar a la platea y su técnica cinematográfica era, a la vez, muy sabia.
La copia presenta la curiosidad de que es distinta a la de blanco y negro que conocíamos. Todos sabéis que en esa época se rodaba con dos o tres cámaras al mismo tiempo, situadas en ángulos distintos de la acción. Es decir que en esta copia, por ejemplo, las flores de un jarrón quedan hacia la izquierda, mientras que en otra las veríamos a la derecha. Ocasión única, pues, para disfrutar (o disfrutar, riéndose a la vez, de las patrañas de don Cecilio), de esta exclusiva.
Eduard José Gasulla
