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La versión de 1892 de Oscar Wilde de la historia bíblica de Salomé, que bailó ante Herodes para conseguir la muerte de Juan el Bautista, fue considerada tan depravada que el Gran Chambelán de Inglaterra se negó a concederle una licencia para su representación pública y, a raíz de la escandalosa revelación de Wilde como homosexual y su posterior encarcelamiento, todas las obras de Wilde fueron retiradas de los escenarios. Wilde, que murió en 1900, nunca vio su obra representada en público.
El valor de las obras de Wilde se restableció en la década de 1920, pero aun así SALOME, con su enrevesado y exótico lenguaje y su sofocante sentido de la depravación, siguió siendo una especie de intocable teatral, y sin duda también en lo que respecta a la pantalla. Nadie se atrevió a considerarla hasta que la rusa Alla Nazimova, a quien generalmente se atribuye la introducción de la técnica Stanislaski en los escenarios neoyorquinos, decidió filmarla en 1923.
Fue un desastre. Los aficionados al teatro de las grandes ciudades podían estar dispuestos a aceptar las obras más ligeras de Wilde, pero la América de la calle principal era un asunto completamente distinto, especialmente en lo que se refería a la famosa SALOME, sobre todo cuando la película se vio acosada por las insinuaciones de lesbianismo de Nazimova y por el rumor de que se había hecho con un "reparto totalmente gay" en honor del propio Wilde. Críticos, censores y el público condenaron la película a diestro y siniestro. Su distribución fue limitada y desapareció rápidamente. Aun así, la leyenda de la película y de su exótica estrella creció con el tiempo.
Dado que gran parte de la fuerza de la obra original reside en el lenguaje de Wilde, SALOME se resiente de la traducción al cine mudo: los títulos de crédito son a menudo torpemente largos y, en general, no consiguen transmitir el tono de la voz de Wilde; además, las circunvoluciones del original se han simplificado necesariamente para el cine mudo. Aun así, es algo notable en un sentido puramente visual. Dirigida en un estilo deliberadamente plano por Charles Bryant y diseñada por Natacha Rambova (esposa de Valentino, también diseñaría la CAMILLE muda de Nazimova), el aspecto de la película trata de reproducir las ilustraciones igualmente infames del guión teatral, realizadas por Aubrey Beardsley, y lo consigue en un grado notable.
Y luego está la propia Nazimova. Ya entrada en la cuarentena cuando interpretó a la Salomé adolescente, Nazimova es una presencia eléctrica: aunque a menudo muestra sus años en primeros planos, es extraordinariamente eficaz a la hora de captar a la voluntariosa, petulante y, en última instancia, depravada Salomé en la expresión facial y la postura corporal, equilibrando un estilo exagerado con momentos de tranquilo realismo con un efecto extraordinario. El reparto también es memorable, con Mitchell Lewis (Herodes) y Rose Dione (Herodías) especialmente notables.
Dudaría en recomendar esta película a alguien que no sea un buen conocedor del cine mudo, e incluso en ese caso advertiría de que es poco probable que sea lo que uno pensaba. Aun así, se trata de un clásico en su género, y se recomienda su visionado a los aficionados al cine mudo.
Gary F. Taylor, aka GFT, Amazon Reviewer
