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Se recomienda verla con el volumen a cero.
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Como todos los dramas de Italia que he visto de ese período, ésta es una película bellamente producida. La escenografía, el vestuario y la fotografía son de primera categoría y hay una composición diagonal utilizada en un par de tomas que es muy efectiva. Incluso la impresión es excelente: bellamente teñida y sin signos de desgaste o descomposición. No obstante, es una mala película para 1911 y el problema radica en el obvio "relleno" que contiene. Todos caminan muy despacio. Las personas mantienen largas conversaciones con los detalles de lo que dicen indicados por gestos amplios y un título breve cada uno o dos minutos. Esto rápidamente se convierte en una de esas epopeyas, aunque sólo dura una bobina, en la que esperas el gran evento: el tipo muerto en el caballo en "El cid" es mi ejemplo personal. Elija otro si le gusta esa película en particular. Aquí estás esperando el martirio de San Sebastián por las flechas y la copia se detiene justo después de que se da la orden. No tengo ninguna duda de que estos temas no serían evidentes para un católico hace un siglo. El público objetivo conocería la historia de San Sebastián en detalle. Sin embargo, esa actitud llevó a los cineastas a realizar esta obra de arte incompleta.
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El problema de estos epics italianos primitivos es que los tengamos que ver en las copias distribuidas en el extranjero. En este caso, el final tan abrupto no era así en el original, al menos a juzgar por las (detalladas) sinopsis que han quedado del estreno: la muerte de Sebastián llegaba a su conclusión y había un último tableau, L'ultimo fiore, en el que la cristiana Tullia desparramaba flores sobre las manchas de sangre del ajusticiado tribuno.
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Ficha en la Enciclopedia del Audiovisual valenciano:
No se conserva ninguna de las dos películas que dirigió en España, El martirio de vivir y Los mártires del arroyo, y en realidad son muy escasas las informaciones sobre ambas, al igual que sobre su vida. Enrique Santos protagoniza un momento en la historia de la producción cinematográfica valenciana marcado por el amateurismo y las dificultades de financiación. Frente a los esfuerzos de figuras como Joan Andreu o Maximiliano Thous por consolidar unas bases sólidas para la cinematografía en el ámbito valenciano, Santos representa la realización de rodajes rápidos e improvisados, financiados por cinéfilos o empresarios que ven en el cine una oportunidad de negocio a través de productoras que solo realizan un film, así como la creación de academias de corta vida y ánimo fraudulento.
Marta García Carrión
