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"El director, Jan Kolar, aceptó un gran reto al tratar de plasmar la historia del patrón de nuestro país. Teniendo en cuenta las circunstancias en que se encontraba entonces nuestra nación, no entiendo cómo la película tuvo éxito. Ciertamente, su estreno fue muy útil para el Estado y éste dio el dinero necesario, asesoramiento, "recomendaciones" e información para su rodaje.
Pero, ¿qué hubiese sido de estos elementos importantes si la figura de san Venceslao llega a caer en manos ineptas? Afortunadamente, Kolar lo tenía todo perfectamente pensado. Toda la estructura del escenario estaba meditada y no se desvió innecesariamente de los personajes principales. Por otro lado, el conflicto de los dos hermanos no fue realmente tan "blanco o negro" como siempre se ha dicho en los libros de texto, o mejor, ni los "buenos" eran tan buenos ni los "malos" lo eran tanto.
El espectáculo que se nos ofrece es realmente formidable, y el movimiento de los extras podría compararse técnicamente a las mejores producciones de esa época en todo el mundo. Además, la película se beneficia del concurso de un extraordinario actor, Jindrich Edl, que nunca estuvo mejor que aquí. En resumen, una gran epopeya, con matices discutibles, pero que describe con bastante acierto lo que fueron aquellos oscuros años."