Comentarios
Francesca Bertini, a mi modesto entender la mejor actriz entre las divas del silente italiano, no en vano tenía una formación teatral previa. Cuando empezó en el cine, entendió enseguida que ese nuevo arte precisaba, ante todo, del trabajo gestual. Alguien dijo que sus brazos eran arabescos humanos y no seré yo quien lo niegue. En "Sangue blu", una de sus mejores interpretaciones, la dirigió Nino Oxilia, un gran artesano de la época.
La historia que se nos relata es típica y tópica, pero no cae nunca en lo cansino. Una princesa descubre a su marido coqueteando con una camarera y pide el divorcio. La hija de ambos se queda con ella. Luego viene la trampa en la que cae por culpa de una condesa despechada, la retirada de la custodia de la pequeña, las malas compañías, la desesperación y un tango a la italiana muy al estilo valentiniano, que curiosamente se titula "La danza de la muerte" y que termina --o casi--, muy mal. Sacrificio póstumo de la desgraciada mujer, como era habitual por entonces, pero giro final hacia un horizonte que se presume de redención. No siempre debía terminar mal, la pobre Francesca.
El tema está bien dirigido y todos los intérpretes están ajustados. La Bertini por encima del nivel general, por supuesto. Vedla en esos primeros planos donde demuestra que no sólo vivía de la gestualidad. Vedla en esa primera escena, donde ofrece sus labios al marido y éste, el muy berzotas, le besa la frente. Vedla y suspirad, si queréis.
Hay dudas sobre el año de su nacimiento, pero recordad que a los ochenta aún se vistió con hábitos de monja para realizar un cameo en el "Novecento" de Bertolucci. Genio y figura.