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Me sorprende que esta película no sea más conocida. ¡Me encantó tanto que la vi tres veces! Incluso con la bastante defectuosa copia de Alpha. Supongo incluso que esta impresión se ha condensado al menos ligeramente a medida que avanza a un ritmo asombrosamente rápido, a pesar de que el excelente actor principal, James Kirkwood, desaparece de la pantalla durante al menos veinte minutos. De hecho, casi lo habíamos olvidado cuando reaparece. Su ausencia se completa admirablemente con Zasu Pitts haciendo su papel habitual como una solterona asustadiza y tonta y Tom Wilson (que acumuló no menos de 294 títulos en su carrera actoral de 1914-1963), como el mayordomo negro (fingido), igualmente asustado y casi tan descerebrado.
Aunque hace una entrada tardía, otro actor de larga trayectoria, Otto Hoffman (297 títulos, 1914-1944) se divierte mucho como el abrasivo juez. De hecho, todos los actores están perfectos en sus roles, aunque admito que a veces el escenario tiende a llenarse un poco. Aún así, todo suma para la diversión. Por cierto, la versión Alpha tiene una duración de 72 minutos e incluso con ese metraje la película muestra signos de que en realidad se lanzó en una versión más larga. Esta copia de Alpha hace zoom a través de la trama a una velocidad tan grande que es un poco difícil seguir lo que está sucediendo, y mucho menos saber quién es un reparto muy grande y un espacio tan minúsculo. Que la película se basó en una obra de teatro suele ser muy obvio. Pero como dije antes, ¡realmente la disfruté!
