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En otro archivo Que Grande es el Cine, de José Luis Garci. Programa 336. Presentación y coloquio.
Fecha de emisión: 23-diciembre-2002. Invitados: Miguel Marías, Juan Antonio Porto y Beatriz Pérez Aranda.
Esta película pasar por ser la más despiadada sátira antinazi jamás rodada. Lo es. Discutir esta cualidad tan patente es un esfuerzo del todo inútil. A diferencia de otras obras que comparten esta etiqueta, “Ser o no ser” se libra del tono panfletario en la que suelen caer estos alegatos, para situarse como una de las mejores muestras de humor corrosivo y chispeante que a dado la comedia americana y el propio Lubitsch en el conjunto de su carrera. El guión parte de una idea del propio director y está llevada con esa elegancia que en sus manos coge la farsa para darle un empaque único, que la sigue manteniendo fresca más de sesenta años después.
El comienzo de la película es magistral, “Hitler” invade, esta vez pacíficamente, las calles de Varsovia. La razón nos la mostrará con un ajustado flashback en el que por primera vez jugará con la simbiosis que se produce entre el teatro y la vida (parece que estamos en un cuartel de la Gestapo, cuando en realidad estamos sobre un escenario de teatro), este canibalismo entre una y otra representación estará presente a lo largo de toda la película pero presentado de un modo refinado como sólo un creador de la comedia como Lubitsch podía hacer.
Su genialidad se muestra en el alcance que da a las secuencias. Cualquier creador actual o de épocas pasadas, seguramente desarrollaría la secuencia hasta el clímax que marca un gag inolvidable (si es que existiesen méritos para acercarse al maestro); pero Lubitsch va más allá. Cuando uno cree que la comicidad de la situación ya está más que agotada, un nuevo, y sorprendente, giro da nuevos bríos a la historia. Un ejemplo de esto, sería cuando Joseph Tura va al cuartel de la Gestapo fingiendo que es el profesor espía y lo encierran en una habitación con el cadáver del profesor (una “tortura para intelectuales”, como expresa el Comandante “Campo de Concentración” Ehrhardt, magníficamente interpretado por Sig Ruman). Esta “tortura” ocupará los siguientes diez minutos de película yendo al “más difícil todavía” propio de una genialidad tan sorprendente como la de Lubitsch.
El reparto, con Jack Benny y Carole Lombard a la cabeza, está a la altura de esta gran película, con unos secundarios de lujo, que aportan el sostén a este dueto que sólo tiene una ambición: Representar a Shakespeare; pese a que como muy bien dice Ehrhardt “Hicieron con Shakespeare lo que los nazis están haciendo con Polonia”.