Comentarios
Una excelente muestra de lo que se puede conseguir con un buen guión, unos intérpretes ajustados y un director con sensibilidad. Sin grandes presupuestos, sin sorpresas a cada instante para mantener el interés del espectador, sin recursos a la lágrima fácil. Esta pequeña joya, restaurada recientemente, nos enseña que a veces hacer cine es mucho más fácil de lo que algunos se empeñan en creer.
En época de la Prohibición dos amigos de borrachera terminan siendo inseparables. Uno es un próspero industrial y el otro un francés emigrado a Estados Unidos que busca una oportunidad para establecerse. Interviene una joven y se enamora del francés, que sin embargo es llamado por su patria para defenderla (estamos a comienzos de la Gran Guerra). Al poco de incorporarse al ejército, el francés muere en combate, pero ha dejado a su novia embarazada (no hubo tiempo material para casarse). Intervendrá el industrial, que para evitar problemas a la joven se hace cargo de ella y del futuro niño, casándose con la condición de que siempre la considerará como a la viuda de su amigo, nada más. Cuatro años más tarde, el francés, que ha estado en una prisión alemana todo ese tiempo, regresa. El posible drama se plantea, pero no llega a estallar.
Cine sin sensiblerías, sin concesiones al espectador, cuenta con la importante baza de un gran reparto, encabezado por ese prodigio llamado Hobart Bosworth, cuyo trabajo requiere urgentemente una justa reivindicación. Él lo es todo en la historia y sus recursos interpretativos son interminables: como amigo fiel, como esposo "postizo" que se enternece con un hijo que no es suyo, como paciente y sufrido marido que comprende que nunca podrá ir más allá en las muestras de afecto hacia su esposa de compromiso.
Si Ford nos regaló con las loas más vibrantes en pro a la amistad entre hombres, este modesto realizador, J. Parker Read, aquí nos demuestra que no tiene nada que envidiar al maestro del western. Pequeña obra, resultados magníficos y lección de cine.