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También disponible en DVD.
En otro archivo Que Grande es el Cine, de José Luis Garci. Programa 255. Presentación y coloquio.
Fecha de emisión: 30-abril-2001. Invitados: Antonio Giménez-Rico, Clara Sánchez y Beatriz Pérez Aranda.
Premios
1934: 5 Oscars: Película, director, actor (Gable), actriz (Colbert) y guión adaptado
1934: National Board of Review: Mejor película
1934: Festival de Venecia: Sección oficial - Nominada a Copa Mussolini
No me quedan dudas de que esta cinta es sumamente adictiva en sus variantes gracias en gran parte a su dinámico ritmo narrativo. Una especie de “road movie” llena de jocosidad y donaire, que no ha envejecido nada y que demuestra cómo hacer comicidad romántica sin caer en sensiblerías baratas.
Todo lo contrario, el amor no es aquí para nada empalagoso, sino que puede llegar a surgir de alternativas más bien tensas donde los personajes se exploran sin dar el brazo a torcer y reconocer que se atraen mutuamente.
La pareja protagonista tiene una perfecta química entre ellos y desarrollan personajes antológicos que son recordados por su frescura, por sus discusiones propias de un señor de mal genio y una jovencita mimada que todo lo tiene, y por el alto grado de empatía que transmiten las situaciones que no hacen más que deseemos que esos dos excéntricos que se conocen por casualidad terminen por concretar su felicidad.
La principal virtud del filme es el extraño magnetismo que la pareja emana. Si bien parecen seres totalmente antagónicos, es inobjetable que están hechos el uno para el otro. Así la complementariedad arrasa con las diferencias de temperamento. El carácter fuerte y decidido de Peter Warne le cae como anillo al dedo a la rebeldía y la inseguridad de Ellie Andrews.
Cómo se disfruta esa ingenuidad que evaporan las cintas de antes, donde esa atracción erótica entre una pareja se ve censurada por una cortina que deben tender para evitar la inmoralidad de la circunstancia en sí de tener que convivir en una habitación sin tener lazos que los vinculen.
Muchas comedias actuales deberían tomar ejemplo de cómo hacer humor, sin caer en vulgaridades. Sino desplegando una incisiva sutileza -inteligentemente planteada- que deriva en circunstancias repletas de gracia y agradable romanticismo.