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“Sylvester” de Herr Lupu Pick es el perfecto ejemplo de lo que se denomina “Kammerspiele”, pero como mucho se teme este Conde germánico que ustedes no hablan lenguas elegantes sino otras más ordinarias y salvajes, les diré que eso en su tosco idioma significa “cine de cámara”, filmes que se desarrollan en espacios cerrados, cine intimista teutón con fuertes influencias expresionistas.
Esta celebrada obra del director rumano de adopción germánica, Lupu Pick, es, conjuntamente con “Scherben”, una obra realmente fascinante y magnífica tanto por su diseño, guión e impecable realización.
Durante la celebración de la noche de fin de año, una pareja que regenta un bar lleno de germanos bebiendo cerveza sin parar, ( algo habitual entre mis compatriotas de clase media ) reciben la visita de la madre del dueño, una reunión familiar para celebrar los tres, el año nuevo.
Sin embargo, no tardarán en surgir discrepancias entre las dos mujeres ( y es que ya se sabe, las señoritas germánicas tienen mucho carácter aunque no sean aristocráticas ), dando lugar finalmente a un clima hostil y lleno de recelos, que pondrán al hijo y marido de ambas en una situación límite.
Cómo comentaba anteriormente éste Conde germánico, si algo caracteriza al “Kammerspiele” es el uso de un espacio cerrado como prácticamente único escenario de la historia, recayendo la atención, sobretodo, del espectador en las interpretaciones de sus protagonistas, actores que en “Sylvester” están realmente magníficos, mostrándonos retratos de personas atormentadas, contradictorias, llenas de celos y que pasarán de la alegría a la tragedia de forma inesperada.
Combina el director Herr Pick de forma elegante y precisa en el filme, el ambiente cerrado y hostil familiar que transcurre en la parte trasera del bar, con escenarios diferentes y simultáneos de la misma noche: la sala principal del bar con sus clientes dicharacheros, la tumultuosa calle principal con gente diversa que celebra de diferente forma la llegada de un nuevo año, combinando el director contrastes de pobreza en la misma calle con la desenfrenada algarabía de fiestas privadas repletas de gente elegante y bailona ( de todas formas no se confundan, esas fiestas de nuevos ricos poco tienen que ver con las genuínas y aristocráticas ), un perfecto puzzle de tumultos y tragedias particulares.