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Sobre Gregory La Cava se ha dicho de todo. Que fue un segundón, que fue un "Cukor de los pobres", que sus comedias de los años treinta (como "Al servicio de las damas", "Damas del teatro", "La muchacha de la quinta avenida", etcétera), se han quedado casi apelmazadas por el tiempo, que nunca pasó de ser un artesano de comedias fáciles y un montón de tópicos más por el estilo.
Es cierto que nunca fue un nombre puntero en la industria hollywoodiense y que le faltaba un empujoncito para llegar a lo más alto, a pesar de haber contado con actores y actrices de gran calado en su época. Sin embargo, sus películas se pueden ver ahora, en el siglo veintiuno, y creo que no molestan a nadie, que siguen manteniendo un agradable interés durante todo el metraje y que destilan una elegancia de la que carecen algunos de sus colegas más renombrados.
¿El rey de las comedias de salón? Bien, no diríamos tanto. Pero que supo mover a figuras como William Powell, Katharine Hepburn, Carole Lombard, Ginger Rogers y compañía para extraer todo "el jugo" de sus respectivos halos propios del estrellato, eso es algo que nadie podrá negárnoslo. Sin embargo, en este corto ciclo vamos a descubrir sus andanzas por el cine que aún no hablaba e, incluso, su faceta de creador de dibujos animados, un aspecto de su currículum que algunos no conocen.
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Comedia trepidante al servicio de un guión bien trenzado y de unos actores en la cima de su bienhacer. Allí están la desaprovechada Bebe Daniels, compañera de Harold Lloyd en sus primeros cortos, un Richard Arlen tan soso como siempre y, por encima de todos ellos, el genial William Powell, en un papel de sarcástico villano hecho a su medida, en el que puede expresar todos sus rasgos irónicos y sus réplicas cargadas de intención.
A este respecto cabe destacar la agilidad de los intertítulos, que podría haber escrito la mismísima Anita Loos ("Los caballeros las prefieren rubias"). La secuencia de la borrachera es ejemplar y al final la heroína acepta por fin que el galán de turno la bese sin ningún miedo a los gérmenes. Mucha atención también a la escena en que Bebe Daniels trata de "curar" la cogorza de los contrabandistas y acierta al suministrarles un medicamento basado en... alcohol.
