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Aquí tenemos una comedia bastante típica de Billy West coprotagonizada por Oliver Hardy, como director de una compañía de teatro ambulante. West, como de costumbre, imita a Charlie Chaplin y causa problemas y pánico a Hardy en el hotel. Como era habitual en ese período, Hardy se encarga del papel pesado, tipo Eric Campbell. Hay algunas buenas secuencias con gags estupendos y siempre es interesante ver lo bien que West imitaba a Chaplin. En la estación de tren, cuando llegan Hardy y su troupe, se produce una escena curiosa: los viajeros reales se pueden ver al fondo mirando asombrados a los actores, preguntándose quiénes serían esos personajes tan peculiares. La historia no es muy divertida y los toscos intentos de efectos especiales son risibles. Sin embargo, creo que debemos aceptarlo considerando la edad de la película. Por su actuación, nunca te darías cuenta de que un icono del cine cómico se estaba gestando en Hardy. Gran parte de sus primeros trabajos se ha perdido. Por estas razones recomiendo esta película por su valor histórico.