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Una de las cimas del talento de Mabel Normand y también una de sus películas más divulgadas. ¿Quién no ha visto la famosa secuencia en que Mabel arrastra a un león por todo el estudio, creyendo que es un perro? En esos tiempos Normand, en su apogeo, era tan famosa como Chaplin, pero hoy, tristemente, sólo se la recuerda como una nota a pie de página de una serie de escándalos sexuales y de drogas que afligieron a Hollywood a principios de los años veinte.
A sus casi treinta años parece un poco mayor para interpretar a una jovencita ingenua; sin embargo es bastante atractiva como Sue, la chica de granja, ruda pero sentimental, con sus viejos rizos y vestidos caseros, que está decidida a conquistar Hollywood. No lo consigue y la película, en vez de ser una crónica de la pobreza a la riqueza que podría haberse esperado, se convierte en un relato relativamente prosaico del destino de miles de chicas que intentaron ser alguien en Hollywood, fracasaron, pero terminaron lo suficientemente felices para llevar vidas ordinarias como esposas y madres.
Sin embargo, la película no se detiene demasiado en sus elementos más realistas y es probable que los espectadores recuerden sólo algunos momentos divertidos, como cuando el padre dominante de Sue intenta obligarla a levantarse de la cama y vestirse para su boda o (lo más destacado de la película) cuando Mabel, que ahora trabaja como una chica de utilería, confunde a un malhumorado un león con un perro vestido con un disfraz de león y, sin inmutarse con el terror que despierta a su paso, tira de la correo con indiferencia.
La copia está restaurada y tiene virados, lo que también ayuda a degustarla mejor.
(Eddie Constanti)